Muy apreciados hermanos:

El apóstol Pedro les recuerda a los destinatarios de su primera carta: «en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.» (1ª Pedro 2: 10b).

Estar bajo la misericordia que el Señor nos ha otorgado solo por gracia, solo por el amor que Dios tiene por su criatura, es la base de la salvación gratuita, de la formación y permanencia de la Iglesia, y de un sublime futuro eterno. Alabemos y demos gracias por esa sublime misericordia.

Pastor Sergio Oschilewski Malinowski
Iglesia Bíblica Las Condes



Lectura Bíblica

Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.
Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra.

2ª Tesalonicenses 2: 13-17

Introducción

Una de las características más sobresalientes de nuestro tiempo es el cambio constante y, con ello, la poca durabilidad de las cosas, la rápida obsolescencia de máquinas y equipos, la puesta en escena de nuevos conceptos y técnicas, así como la desacreditación de científicos, pensadores e inventores que van quedado cruelmente como anticuados. Lo anterior también incluye entre sus víctimas a conceptos relacionados con la ética, la moral, las buenas costumbres, la lujuria, la honradez, el honor, la abstinencia, la piedad, etcétera.

En un mundo inestable, donde todo cambia en forma cada vez más acelerada, es saludable y estimulante ver que la Biblia nos habla de cosas que sí se conservan en el tiempo, cosas que no cambian, que duran para siempre. Todas ellas tienen su origen en el más conservador de todos los conservadores: Dios mismo, pues Dios es: Eterno, Inmutable, Perfecto, Santo e Infinito y, con ello, nos garantiza valores, principios y hechos que permanecen para siempre, constituyendo base sólida para nuestra consolación, para nuestro equilibrio, para nuestra paz, para tener certeza de una salvación eterna. Estos elementos son:

  1. Su justicia (Salmos 111: 3).
  2. Su misericordia (Salmos 138: 8).
  3. Su fidelidad (Salmos 117: 2).
  4. Su salvación (Proverbios 10: 25).
  5. Su palabra (Isaías 40: 8).
  6. Su consolación (2ª Tesalonicenses 2: 16).

Conclusión

Los hombres han intentado realizar obras que permanezcan para siempre, pero han fracasado una y otra vez. Pensemos en las siete maravillas del mundo antiguo, vale decir: los Jardines Colgantes de Babilonia, el Templo de Diana en Éfeso, la Estatua de Zeus en Olimpia, el Mausoleo de Halicarnaso en Grecia, el Coloso de Rodas en Grecia, el Faro de Alejandría en Egipto y la Gran pirámide de Guiza en Egipto.

De estas siete maravillas, solo ha permanecido la gran pirámide de Guiza, o pirámide de Keops, no obstante, esta ha sido saqueada, su altura ha disminuido, su revestimiento se ha caído o ha sido robado.

Del mismo modo, imperios y naciones fundadas «para siempre» han sucumbido ante otros pueblos o simplemente por el cambio de una ruta comercial, como el caso de Petra.

Los «para siempre» del hombre son irrisorios, ellos no resisten desastres naturales, tampoco al tiempo ni a las embestidas de los hombres; en realidad, están lejos de ser eternos. En cambio, los «para siempre» de Dios son creíbles, razonables y comprobables.

Solo las facultades de Dios permanecen para siempre: Su misericordia, Su justicia, Su Palabra, Su fidelidad y, con ello, Su consuelo y Su salvación.

¿Cuáles son los fundamentos sobre los que descansa tu vida? ¿Qué tan permanentes son los fundamentos sobre los que descansa su futuro eterno?

Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia,
Y la fidelidad de Jehová es para siempre.
Aleluya.

Salmos 117: 2