¿De dónde me conoces?

Muy apreciados hermanos en Cristo:

Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;

Colosenses 1: 17

El Señor Jesucristo, más que un arquitecto y más que un constructor, es el Creador de todas las cosas; el que, también, mantiene una atención permanente sobre su creación, pues por él, todas las cosas subsisten y, más aún, cumplen su propósito original.

La presencia y acción del Señor sobre todo lo creado ha sido constante desde «el principio». Cuando llegamos a comprender que cada cabello de nuestra cabeza está contabilizado por él y, más aún, que absolutamente todo lo que somos no solo existe sino que subsiste debido a su acción permanente en nosotros y todo con un propósito sublime que se encuentra en sus manos, entonces es imposible evitar alabarle espontáneamente y con todo el corazón.

Pastor Sergio Oschilewski Malinowski
Iglesia Bíblica Las Condes



Lectura Bíblica

Juan 1: 43-51.

Introducción

El ministerio de Cristo fue precedido por el ministerio de Juan. Antes de que Cristo iniciara su ministerio. Muchos ya habían escuchado a través de la persona de Juan el Bautista sobre las credenciales y características del Mesías.

En versículos anteriores a nuestra lectura, vemos cómo Juan señala dos veces en forma directa y clara a Cristo como el Cordero de Dios y, también, vemos cómo dos de sus discípulos siguieron a Jesús a raíz de sus palabras.

Los discípulos de Cristo fueron llamados de diferentes formas: algunos directamente por Cristo, como Mateo y Felipe. Para ellos solo bastó la palabra «sígueme» para levantarse y seguir a Cristo.

Pero en otros casos vemos que hay alguien más que interviene como puente para llevarlos a los pies del Mesías.

Como relatamos antes, Andrés y Juan siguieron a Cristo por las palabras de Juan el Bautista. De esta misma manera, luego vemos cómo Andrés llevó a su hermano Simón Pedro a encontrase con el Señor. Y, en nuestra lectura, vemos cómo Felipe, que había sido llamado directamente por Cristo, le habló y compartió a Natanael de Jesús.

Veamos algunos aspectos interesantes del diálogo de nuestro Señor con uno de sus apóstoles.

  1. Su llamado.
  2. Sus dudas.
  3. Su declaración.
  4. La promesa.

Conclusión

Hemos visto cómo Cristo llamó a uno de sus apóstoles. Vemos la intervención de Felipe para convencer a Natanael. Solo dos palabras bastaron para que se acercara a Cristo: «ven y ve».

Este hombre albergaba muchas dudas, pero con las palabras de Cristo pudo darse cuenta de que estaba frente al Mesías. Es más, su declaración nos indica que fue mucho más allá de otros y comprendió que Cristo no solo era el Mesías, sino que el Hijo de Dios. Su corazón y fe le permitieron reconocer a Cristo.

Pero lo más importante que vemos aquí es cómo Cristo conoce a cada uno de los hombres. Así cómo conocía todo de Natanael, conoce también todo de nosotros; conoce nuestras tristezas, cargas, dolores, sentimientos y también nuestros pecados.

A veces queremos ocultarle cosas al Señor, no dándonos cuenta de que él lo sabe todo. Es notorio como muchas de esas cosas «ocultas», incluso te pueden llevar a enfermar.

La pregunta no es si el Señor nos conoce. La pregunta es si nosotros le conocemos a él. En la medida que aprendamos a responder esa pregunta podremos confiar en nuestro Salvador y Señor, como lo hizo Natanael, y empezar a disfrutar de cosas mayores que nos tiene preparado nuestro Señor.

Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.  Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.

Juan 1: 48-49

Predicador

Hermano Julio Salvador Álamo

Fecha

19 de enero de 2025

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