Lectura de la Biblia
Salmo 100
Meditación
Hablando con sinceridad……. ¿Qué merecemos?
“porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.”
1ª Tim. 6:7
Pablo le dice a Timoteo que absolutamente todo lo que hoy poseemos es ocasional, podríamos decir que es prestado por Dios para ser administrado durante el período que dure la vida bajo el sol. Ahora bien, si ahondamos más en este asunto, entenderemos que no solo los bienes materiales son prestados y provienen como bendición de Dios, sino que, además, el cuerpo y toda su vital relación con el universo es producto de la gracia de Dios. Esto me hace pensar en las siguientes preguntas:
Primera pregunta: ¿Cuántos favores de parte de Dios he recibido en el día de hoy?
Reflexionemos:
-Mi corazón sigue bombeando sangre para que todo mi sistema siga vivo y por lo tanto, yo también.
-Mis riñones no han dejado de filtrar mi sangre, quitando las sustancias tóxicas de ella.
-Mis pulmones no han parado de oxigenarme.
-Dispongo de los alimentos suficientes como para satisfacer mis necesidades.
-Las fuerzas que mantienen la estructura de los átomos siguen cumpliendo su objetivo.
-Los planetas de nuestro sistema se mantienen efectuando sus ciclos alrededor del Sol.
-Confío en que ninguno de los millares de asteroides que circulan por el espacio chocará con la tierra.
-Puedo realizar mis tareas del día.
-Puedo descansar en las promesas de Dios.
-……y muchos favores más.
No olvidemos que: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces,…” Stg. 1:17a
Segunda pregunta: ¿Cuántos de estos favores los merezco?
Si Dios nos otorgara las cosas por merecimiento, la respuesta es simple: no poseeríamos cosa alguna, porque nada merecemos: pan, salud, sol, aire, trabajo, familia, amor, abrigo, seguridad, equilibrio emocional, vida… En términos de estricta justicia y derecho, todos deberíamos volver al polvo de inmediato. En realidad, no podemos exigir nuestros derechos a Dios, pues no los tenemos, todo lo recibimos de gracia y misericordia. Luego, cualquier derecho que hayamos llegado a tener, como ser: nuestra herencia en los cielos, ha sido adquirido por los méritos de Cristo a favor nuestro, y nosotros lo recibimos como un regalo de gracia, totalmente inmerecido.
Tercera pregunta: ¿Por cuántos de estos favores me cobra Dios?
Si Dios nos cobrara por todo lo que recibimos de su mano, no habría dinero, ni cosa alguna con que pagar uno solo de sus favores.
En las consideraciones anteriores sólo hemos considerado una fracción de todos los bienes que recibimos del Señor, pues apenas hemos nombrado los bienes espirituales, como ser la salvación; la intervención continua del Espíritu Santo en nuestras vidas; la intercesión del Señor Jesucristo ante el Padre, entre muchísimas otras.
Entonces, si todo lo recibimos de gracia, aparece una cuarta pregunta: ¿Por qué somos tan mal agradecidos con el Señor, nuestro supremo dador?
El apóstol Pablo exhorta a los hermanos de Tesalónica a ser agradecidos, les dice:
“Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”
1ª Tes. 5:18
La gratitud constituye una evidencia de salud y madurez cristiana. En la gratitud hay gozo, liberación, salud y bendiciones insospechadas. La buena voluntad de Dios es que seamos agradecidos. Con la ayuda del Señor, luchemos conscientemente contra la ingratitud, y no lo dudemos: la ingratitud es pecado.
S.O.M.
Oración
Para comenzar el período de oración les sugiero algunos motivos:
Adoración, Alabanza y Gratitud:
Adoremos al Señor por su sublime y perfecta santidad.
Al respecto, el apóstol Pablo le escribe a Timoteo:
“el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible;
a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver,
al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.” (1ª Tim. 6:16).
Ante tanta magnificencia solo nos resta inclinar nuestra cabeza y adorar.
Gratitud por los alimentos que Dios nos proporciona día a día.
Con tristeza se puede comprobar que en el día de hoy, cada vez es más común que se comience a comer sin elevar una oración de acción de gracias al Señor. Lo anterior, constituye ingratitud y una injusticia. Pensemos brevemente: por más esfuerzo, y aun sacrificio, que el hombre realice, jamás podrá llevar alimento a su mesa, si Dios no se lo proporciona. Seamos agradecidos por el pan diario que nos es otorgado.
Peticiones:
Por los estudios de nuestros niños y jóvenes.
Los niños y jóvenes que estudian se han visto impedidos de realizar sus actividades en forma normal, adaptándose a un sistema de aprendizaje con todas las limitaciones que implican las clases “on-line”. Esta situación ya lleva muchos meses. Primero fue por las “manifestaciones” que dañaron gravemente la convivencia normal en el país, y luego, se sumó el conjunto de problemas que ha traído y sigue trayendo, el coronavirus. Apoyemos a nuestros niños y jóvenes, pues se trata de una situación que puede llegar a ser muy compleja.
Mantengamos nuestra Iglesia en constante oración.
Las Iglesias locales, que adoran al Padre “en espíritu y en verdad” (Jn.4:24), siempre han sido el objetivo del adversario. Oremos para que nada logre disminuir nuestro ánimo, labor y coraje; todo lo contrario, que diariamente seamos enriquecidos con nuevas fuerzas.
El despertar de aquellos hermanos que se encuentran aletargados.
Oremos por aquellos hermanos: niños, jóvenes y adultos, que por diversos motivos, se encuentran adormecidos y distantes del servicio y la Congregación. Que nuestro Señor les despierte, revitalice y motive; y que nos dé sabiduría para llegar hasta sus corazones.
Un desafío de crecimiento personal.
El Rey David abriendo su corazón ante Dios le decía: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.” (Sal. 139:23, 24). Le invito a hacer lo mismo que David; escudriñar en su propia vida buscando con el Señor y mucha humildad, aquellas debilidades que han sido obstáculos para desarrollar una vida cristiana fructífera y gozosa. Luego de identificadas, pedir al Señor guía para rectificar el rumbo
Valor y decisión para testificar de nuestra fe.
Estamos en el mundo para proclamar nuestra fe, y con ello, el Plan de Salvación. Pidamos valor, sabiduría y fe para realizar esta importante tarea, a pesar de la oposición creciente.
Por la iluminación para los pueblos.
El apóstol Pablo advertía: “Nadie os engañe en ninguna manera” (2Ts.2:3ª). Los pueblos del mundo, por medio de un juego de seducción sistemática y constante, han ido siendo sometidos al control creciente de Satanás. Es así que cada día vemos como la soberbia, el narcisismo, la ira y la egolatría van consumiendo a la piedad y el buen juicio. Lo anterior trae consigo el desprecio y una actitud agresiva hacia los principios divinos y los seguidores de ellos, es decir: los cristianos verdaderos.
A pesar de lo anterior, se nos dice: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres;” (1ªTim.2:1). En obediencia, pues, oremos por iluminación para estos hombres.
Peticiones en las cuales insistir:
Por las personas que trabajan en el área de la salud.
Pidamos protección del Señor para aquellos que laboran en el área de la salud, particularmente por nuestros hermanos que diariamente exponen su salud ayudando a otros, aquí en Chile y en el mundo.
Salud para los hermanos mayores.
No dejemos de orar por estos hermanos, pues constituyen el grupo de mayor riesgo ante los efectos del coronavirus. Pidamos que sean protegidos de la actual pandemia, así como de las otras enfermedades que trae consigo el invierno.
Por lluvias.
Mantengamos esta petición ante el Señor. Recordemos que una sequía no sólo acarrea serios problemas por la escases del agua para beber de humanos y animales, sino también, porque es imprescindible para: la agricultura, la elaboración de los alimentos, la higiene personal, el uso de alcantarillados y la forestación, entre otras.
Por nuestras autoridades y la crisis sanitaria.
Oremos por dirección, sabiduría y renovadas fuerzas para todos los funcionarios del gobierno que velan por nuestra salud y bienestar económico y social. Ellos se encuentran bajo una fuerte y sostenida presión desde hace muchos meses.
Mis motivos personales de oración.
El devocional familiar
SEGUNDA PARTE
En la primera parte veíamos como la misma Biblia nos da muchos motivos para practicar el devocional personal. A esa lista se pueden agregar muchos motivos más, como ser:
-“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2ª Tim. 3:16,17). Es claro que con el fin de que el creyente sea perfeccionado y esté preparado para toda buena obra, requiere de un contacto constante y profundo con Las Escrituras y su Autor.
-“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.” (Sal.119:103) ¿Cómo podrá llegar a ser dulce la palabra a mi paladar si no la pruebo?
II) ¿Cuántos tipos de devocionales hay?
Existen varios tipos de devocionales; en esta oportunidad destacaré tres de ellos:
1) Devocional Personal:
Este es el devocional que practicamos a diario, suele ser el de mayor duración, y es indispensable para mantener buena salud espiritual.
Sin duda que este es el devocional que se debe cuidar con mayor celo. Es durante el devocional personal cuando abres tu corazón sin impedimento, sin vergüenza, sin limitaciones, ante Dios. No dudes en usar tus rodillas, no temas clamar, no temas llorar, no temas quedar con tu frente posada en el piso, estás ante Dios, todo ello te hace bien, te renueva, te fortalece.
El mejor momento para realizarlo suele ser en la mañana temprano, antes del desayuno; la segunda opción es en la noche, antes de acostarse a dormir.
2) Devocional Matrimonial:
Se trata del devocional que debiera realizar todo matrimonio desde el primer día de casados. Puede ser diario o periódico, de menor duración, puede tratarse de orar juntos al desayuno o al momento de acostarse, se puede mejorar con una corta lectura.
3) Devocional Familiar:
Cuando llegan los hijos, el devocional matrimonial se transforma en el devocional familiar. Idealmente debiera ser diario. Los mejores horarios suelen ser en la mañana, antes de desayunar, o en la noche, antes de cenar.
Lo anterior no significa que el matrimonio ya no se junte para orar, lo cual es muy bueno, pero, por las nuevas tareas que asumen los padres con la llegada de los hijos, estos momentos suelen ser menos frecuentes.
III) ¿Qué elementos se usan durante un devocional?
Primero que nada, la Biblia, luego un cuaderno exclusivo y un lápiz. Es importante ir anotando los pensamientos que van brotando, también las dudas para posteriores averiguaciones. También, dependiendo del tiempo, puede agregarse un tiempo para cantar (a viva voz o sólo para el Señor), por lo que otro elemento puede ser un himnario o libro de cánticos.
IV) ¿Qué pasa con los libros de devocionales?
Ejs.: “La Buena Semilla”; “Nuestro Pan Diario”; “Lecturas Matutinas” C.H. Spurgeon; “De Día en Día” W. MacDonald; “Celebrando a Diario con el Rey” W.G. Evans; “En Paz me Acostaré” Ch. Spurgeon; “Manantiales en el Desierto” L.B. Cowman; “Buenos Días con Buenos Amigos” Ch.R. Swindoll; etc.
Aun cuando algunos de estos libros pueden ser muy buenos, ellos sólo deben servir como complemento, pues nada puede reemplazar al devocional de tres: Dios, la Biblia y yo. Los libros también pueden usarse como parte de un segundo devocional diario, por ejemplo, con la familia.
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Continúa el próximo jueves.