Un tesoro perdido

Queridos hermanos en Cristo Jesús:

Confío en encontrarles bien y firmes en el Señor, procurando estar siempre listos para el sublime encuentro con nuestro Señor Jesucristo; día maravilloso en el que como dice Juan:

seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.

1ª Juan 3: 2b

Mientras lo esperamos, es sabio acatar las instrucciones que el apóstol Pablo le da a Timoteo en la primera carta, cuando le dice:

Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti, (…) Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, (…)

1ª Timoteo 4: 13-14a, 16a

La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros.

1ª Corintios 16: 23

Lectura bíblica

2ª Crónicas 34: 29-33.

Introducción

Hablar de los reyes de Israel y Judá es muy interesante, nos dan grandes lecciones; lamentablemente muchas de ellas se sacan de lo mal que actuaron en sus vidas, durante sus reinados y, lo principal, de lo mal que actuaron en cuanto a Dios se refiere.

El personaje de hoy aparece como un oasis en un gran y desolado desierto; aunque junto a él encontramos algunas otras excepciones como el rey Ezequías, su bisabuelo, pero ninguno de la estatura de Josías.

Josías comenzó a reinar a la edad de ocho años y el episodio de hoy lo encuentra en una edad aproximada de diez y ocho años; estamos situados en el año 622 a. C., aproximadamente; él comenzó a reinar el 640 a. C. y reinó 31 años.

Lo más llamativo de su reinado fue el hallazgo del libro de la ley a raíz de la reparación del templo que había ordenado el propio Josías.

El acontecimiento fue demasiado importante, pero lo más importante es lo que sucedió después; Josías no quedó tranquilo con el hallazgo, sino que fue más diligente aún y comenzó por saber que decía el libro. Después de averiguar lo que decía, procedió a hacer una serie de cambios dignos de analizar y poner atención.

  1. Indagó (lo que decía el libro).
  2. Comprometió (su fidelidad a Dios).
  3. Limpió (lo ofensivo a Dios).

Conclusión

Josías fue un gran reformador celoso de las cosas de Dios. Comenzó su reinado muy pequeño, pero eso no le impidió ir tras su Dios. Aquí vemos que la madurez espiritual no está ligada a los años.

El comenzó sus reformas antes de encontrar el libro de la ley, pero sin duda ese punto fue un momento de inflexión en él. Con el hallazgo del libro, entendió de mejor manera quién era Dios y qué quería de él, de su reino y, por supuesto, del pueblo entero.

Cuando Las Escrituras se extravían corremos un serio peligro de desviarnos y no comprender lo que el Señor desea. Creo que es imposible navegar en este mundo sin una brújula, es imposible circular en la oscuridad sin luz y es imposible agradar a Dios sin indagar en sus estatutos.

El encuentro de Josías con La Palabra produjo un gran cambio en su vida; lo llevó a humillarse ante Dios, se arrepintió de corazón, aunque era un hombre bueno, pero ese acontecimiento llenó su corazón de ánimo y valentía; se comprometió con todo su ser con el Señor y barrió con todo lo que lo ofendía.

Las preguntas son para nosotros hoy: ¿permitiremos que Las Escrituras se extravíen de nuestra vida?, ¿dejaremos de indagar en ellas?, ¿dejaremos que este maravilloso tesoro permanezca cerrado?, ¿con quién nos comprometeremos? ¿con el mundo o con Dios?, ¿estamos dispuestos a limpiar lo que está demás en nuestras vidas?

Y estando el rey en pie en su sitio, hizo delante de Jehová pacto de caminar en pos de Jehová y de guardar sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos, con todo su corazón y con toda su alma, poniendo por obra las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro.

2ª Crónicas 34: 31

Predicador

Hermano Julio Salvador Álamo

Fecha

13 de enero de 2023

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