Jesús dijo:
Yo soy la luz del mundo;
Juan 8: 12b
Amados hermanos:
Es mi oración que el Señor los bendiga muy ricamente durante todo este tiempo de Navidad y que reciban renovadas fuerzas del Señor, así como nuevos ánimos y visión, para afrontar con determinación y confianza los diversos desafíos que nos traerá el año que se avecina.
En el amor del Señor,
Pasaje bíblico
Lucas 1: 5-14.
Introducción
Si hablamos de Navidad hoy en día, y fuera del contexto Bíblico, podemos decir una serie de cosas que en realidad no tienen nada que ver con este gran acontecimiento. En cada región de este mundo existen diferentes tradiciones; en nuestro país también hay muchas, las que dependen de cada región y familia; por nombrar algunas, podemos recordar: armar el árbol, comer pan de pascua, tomar cola de mono, adornar con luces, entregar regalos, comer algo especial, reunirse en familia y muchas otras.
Las tradiciones mencionadas tienen mucho que ver con el significado que tiene para cada persona esta conmemoración. Por ejemplo, cuando se les pregunta a las personas qué significa Navidad para ellos, encontramos respuestas como: sencillamente disfrutar en familia; otros, hablan de vivir la magia de la Navidad, vivir el espíritu navideño; estar en paz; un día para meditar; un feriado más; es la «Noche Buena» (aunque no sepan por qué); y unas cuantas más. Es notorio como, a medida que pasan los años, ya ni siquiera se menciona al personaje principal de la Navidad; gran cantidad de personas, lo que incluye a la mayoría de los más jóvenes, incluso ni siquiera conocen lo que se celebra. La idea es celebrar o pasarlo bien, pero no se detienen a pensar: ¿qué estoy celebrando? A veces, incluso a los cristianos, la premura del tiempo y el agitado momento que se vive no nos deja detenernos un minuto a pensar lo que significa este día o a qué y, especialmente, a quién recordamos.
En nuestra lectura de hoy, encontramos un gran acontecimiento que precede a la Navidad. Algunos podrán pensar: ¿qué tiene que ver la lectura de hoy con la Navidad? A decir verdad: todo. Este acontecimiento es fundamental para la llegada de la ansiada Navidad.
- El fin de un largo silencio.
- El principio de un gran anuncio.
Conclusión
Sin duda alguna Juan fue el más grande de los profetas, el que rompió el largo silencio de Dios, el que preparó el camino para el ministerio de Cristo, fue el principio de un gran anuncio. Su nacimiento y ministerio fue profetizado muchos años antes.
Este hombre fue escogido por Dios para realizar uno de los ministerios más admirable o sublime jamás encomendado a un ser humano, ser el precursor o embajador del Mesías.
Juan, con su nacimiento y ministerio, inauguró una nueva era, la era del Reino, en realidad, la presentación del reino prometido.
Juan fue un profeta que tuvo el privilegio de anunciar y ser testigo presencial de la venida del Hijo de Dios, para ofrecer salvación a todo hombre. Hoy, su magnífica presentación del Señor Jesucristo sigue vigente:
He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Juan 1: 36b
Pues aquel divino «Cordero», ya fue sacrificado muriendo en lugar de los pecadores, resucitó en gloria y ascendió al cielo, abriendo el único camino de regreso hacia el Padre. La gran pregunta sigue siendo la misma: ¿qué he hecho yo con ese Cordero que nos presentó Juan hace unos dos mil años?, ¿lo he recibido como mi salvador?
Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado;
Lucas 1: 76
Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos;