¿Qué rostro veo?

Amados hermanos:

Encomendemos al Señor los viajes y estadías de nuestros hermanos, para que obtengan el descanso que es tan necesario para la mente y el cuerpo. Al mismo tiempo, pidamos también para ellos protección y sabiduría para que, especialmente nuestros jóvenes y niños, sepan administrar prudentemente su tiempo y relaciones con otros. Aunque es triste hablar de ello, es muy sabido que durante las vacaciones suelen cometerse algunos de los peores errores de la vida.

Pido al Señor que su cuidado, dirección y gozo, los acompañe hoy y durante toda la semana que se extiende por delante.

Sergio Oschilewski Malinowski
Pastor Iglesia Bíblica Las Condes



Lectura Bíblica

Deuteronomio 4: 1-4.

Introducción

Después de la salida de Egipto y un largo, doloroso y difícil peregrinaje por el desierto, el pueblo está a las puertas de entrar en la tierra que el Señor le prometió algún día entregarles.

Moisés, por orden del Señor, no entraría a esa tierra prometida, entonces podemos decir que son casi sus últimas palabras o instrucciones pronunciadas al pueblo que guió por el desierto antes de su muerte o antes que el pueblo conquistara la tierra que Dios les dio.

El libro de Deuteronomio, no es tan solo una mera repetición de la ley, como muchos pretenden catalogarlo, más bien es una nueva declaración de esta, para una generación nueva, que había nacido y madurado durante la larga peregrinación por el desierto y que estaba por dejar definitivamente su peregrinaje en el desierto para asentarse definitivamente en un lugar asignado por Dios.

Estos hombres, para obedecer los mandatos de Dios, debían primero conocer lo que Dios ordenaba y es así como vemos a Moisés el encargado de dirigir su travesía durante cuarenta años hacer una serie de exhortaciones o llamados al pueblo a obedecer los estatutos y decretos de Dios.

Muchos pretenden conocer a Dios, sin siquiera conocer una frase de las escrituras, eso es sencillamente imposible, conocerán muchos dioses sin duda, pero nunca el verdadero Dios revelado en ellas.

Esta nueva generación debía conocer qué decía Dios, qué quería y cómo deseaba que fuera su comportamiento en esa nueva tierra.

Es por eso que estas palabras eran de suma importancia para ellos y, por cierto, también para nosotros en el día de hoy.

  1. Un llamado a oír con atención.
  2. Un llamado a andar en obediencia.
  3. Un promesa de vida.

Conclusión

Al igual que el pueblo necesitaba oír con mucha atención las normas de Dios, también las necesitamos oír y recordar hoy nosotros. Para eso es necesario estar en contacto diario con ella, porque solemos olvidar con mucha rapidez, como algún día olvido el pueblo en el desierto.

Debe existir en nosotros un genuino deseo de escuchar la voz de Dios en las escrituras, de lo contrario solo será una voz o lectura más que se perderá en nuestros oídos y no quedará en nuestro corazón.

Pero lo más importante, debe haber un genuino deseo de obedecer a la voz de Dios, de lo contrario será solo un autoengaño, no es suficiente con recibir la palabra si no estamos dispuestos a obedecerla y aplicarla a nuestra vida, solo así se puede disfrutar de las bendiciones que nuestro Dios promete.

Uno podría hacer varias preguntas: ¿soy solo un oidor de la palabra? o, también, ¿soy un hacedor de ella?, ¿soy el que veo en el espejo y luego olvida? o ¿soy el que mira atentamente en él y reconozco mi rostro para corregir las imperfecciones que él me muestra?

Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace.

Santiago 1: 25

Predicador

Hermano Julio Salvador Álamo

Fecha

21 de enero de 2024