Cita Bíblica: Lucas 2:36-38
Introducción.
El evangelista Lucas nos relata la visita que realizaron José con María y el niño al Templo en Jerusalén, con el fin de presentar al pequeño Jesús, al Señor (vs.22). Se nos cuenta que en esa oportunidad, ellos tuvieron dos inesperados e importantes encuentros con dos piadosos ancianos: Simeón y Ana. Dos personas en el ocaso de sus vidas, totalmente sometidos y trabajados por el Espíritu Santo.
En esta oportunidad les invito a detenernos en Ana, en su persona y su ministerio.
I. UNA MUJER LLAMADA ANA
II. SERVÍA
III. ERA CONSTANTE
IV. ERA AGRADECIDA
V. PREGONABA
Conclusión.
Ana, sierva del Señor, constante en su actuar, agradecida, comunicadora de cosas sublimes, cuyo amor al Señor, le mantenía activa y con fe. Cuanto bien nos hace repasar la vida de personas como Ana quien con su forma de vivir ya nos dice, fuerte y claramente, que se trata de una auténtica hija de Dios.
En ella, tenemos un bello ejemplo a imitar. Ella nos demuestra que en la vida cristiana jamás se deja de estar vigente y siempre habrá algo importante que hacer.
Ella fue una mensajera, muchas veces olvidada, que junto con la Estrella, los ángeles y la Palabra de Dios, anunciaba la redención del mundo.