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Himnos
Amados Hermanos y copartícipes de las grandes promesas del Señor:
En esta oportunidad el mensaje será entregado por el Hno. José Trejo, el cual tratará sobre la adopción que experimentamos cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, la cual nos constituye en hijos de Dios. El Señor guíe al mensajero y bendiga el mensaje en cada uno de nosotros.
Cuando se trata este tema siempre es importante destacar, con el fin de evitar cualquier confusión (como hay mucha en el mundo), que el Señor Jesucristo es Hijo de Dios en un sentido único, pues él es Dios y uno con el Padre desde la eternidad. Él y sólo él, puede, y podrá, decir con propiedad: “Yo y el Padre uno somos.” (Jn.10:30); con ello se enfatiza que el Padre y el Hijo son uno en esencia, una perfecta unidad en naturaleza y voluntad. Sólo Jesús puede decir: “el Padre está en mí, y yo en el Padre.” (Jn.10:38). Sólo de Jesús se puede decir referente al Padre: “el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia….” (Heb.1:3a).
Cristo Jesús es pues: “el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre,” (Jn.1:18).
Otro, muy diferente, en realidad, con una diferencia infinita, es el caso de un redimido por Cristo Jesús, él es una criatura que ha sido salvada y que llega a ser hijo de Dios, por adopción, pero, jamás tendrá la naturaleza, esencia o sustancia divina, ni siquiera cuando sea glorificado, pues esas son características sólo de Dios.
Sin lugar a duda, que el ser “hechos hijos de Dios” (Jn.1:12b) constituye un privilegio enorme, inmerecido, que sobrepasa nuestra actual capacidad de comprensión y que nos promete un futuro sublime en lugares celestiales para siempre ¡GRACIAS SEÑOR!
Les saluda recordando las palabras del Apóstol: “El Señor viene” (Maranatha) (1a Co.16:22b).
Sergio Oschilewski M.
Pr. I. Bíblica Las Condes
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Cita Bíblica: Romanos 8:15-17
Introducción
Dice nuestra lectura que hemos recibido el espíritu de adopción, y que el Espíritu Santo testimonia que somos hijos de Dios y por lo tanto sus herederos. Que Dios nos adopte aceptándonos como hijos suyos, es decir, como parte de la familia divina celestial, no es algo fácil de entender o de asimilar para nuestras limitadas mentes humanas. Pero, aun así, podemos aprender lo que Dios nos revela en su Palabra en relación con nuestra adopción.
Estas enseñanzas también son un llamado para aquellos que no han dado el paso de fe de recibir a Cristo en sus corazones, pues muestran el abismo que los separa de los creyentes en cuanto a su posición ante el Señor.
I- EL ESPIRITU DE ESCLAVITUD
II- EL ESPIRITU DE ADOPCION
III- LA GLORIA VENIDERA
IV- LA ESPERA
V- ¡ABBA PADRE!
Conclusión
Sólo cuando nuestros cuerpos mortales sean glorificados en la venida de Cristo en las nubes, tomaremos posesión plena de todo lo que implica nuestra filiación como hijos de Dios.
El Espíritu Santo que mora en nosotros vivificará nuestros cuerpos mortales (Romanos 8:11), para ser llevados a la presencia de Cristo el día del arrebatamiento de la Iglesia, y estaremos con Él por la eternidad
Todos tenemos, de igual manera, que pasar a través del proceso de crecimiento y de santificación, durante el cual nunca estamos solos. No importa las dificultades o ataques que suframos por causa de la maldad, el Espíritu de Dios mora con nosotros y Dios siempre nos da una oportunidad de redimir nuestra aflicción y sufrimiento para convertirlos en algo bueno, para santificación en nuestras vidas.