Getsemaní

Cita Bíblica: Marcos 14:32-42

Introducción: El relato bíblico nos sitúa en la noche del jueves, en vísperas de la pascua de los judíos, poco antes de que al Señor lo tomaran prisionero para llevarlo a la cruz.

Luego de tomar la cena pascual con sus apóstoles, el Señor se dirige con ellos hacia el monte de los Olivos, a un lugar llamado Getsemaní.

Es muy posible que estos hayan sido los momentos más difíciles que le toco vivir al Señor antes de su crucifixión. Ante él se presentaba todo lo que iba a experimentar. La hora de su sacrificio se acercaba y a medida que pasaban las horas iba quedando solo, ya que, hasta sus más cercanos, lo abandonarían.

Los hechos acontecidos en aquel huerto, son relatados por los cuatro evangelios, pero solo tres consignan la oración de Jesús antes de ser entregado por Judas. Nos dicen los relatos, que Jesús le pidió a sus apóstoles que esperaran en un lugar mientras el oraba, y tomo a tres de ellos, Pedro, Juan y Jacobo, para que velaran en oración con Él. También nos dice el relato, que Jesús se aparto de ellos a una distancia equivalente a un tiro de piedra, y oro a solas. Los evangelios nos señalan que tres veces se aparto para orar.

Lamentablemente, también tres veces los encontró durmiendo. El abandono total que el Señor iba a experimentar ya había comenzado. Los que le juraron que no lo abandonarían; los que querían los primeros puestos en el Reino, su círculo más cercano, lo estaba dejando solo, y el abandono iría en aumento hasta experimentar la más absoluta de las soledades en la cruz misma.

Estos son y serán los momentos más difíciles que una persona a través de toda la historia haya vivido en su paso por el mundo, ningún sufrimiento de ningún humano es comparable con lo que Cristo estaba empezando a experimentar.

Veamos ahora, cómo vivió y enfrento el Señor esos momentos previos a la cruz, que nos deben servir como ejemplo para nuestra propia vida.

I. LA ANGUSTIA DEL SEÑOR (Vs.33-34)

II. LA OBEDIENCIA DEL SEÑOR (V.36)

III. LA VICTORIA DEL SEÑOR (Vs.41-42)

Conclusión: Cristo, nuestro Señor, dio una gran batalla en el huerto de los Olivos, una de las más grandes y peligrosas. Su angustia lo llevo incluso a sudar sangre. Pero, lo peculiar de esto, es que la batalla no la dio por él, sino que por cada uno de los pecadores. Luego, en la Cruz, cargo el pecado de todos sobre su cuerpo.

La batalla no la dio con espadas y lanzas la dio con oración. La oración le permitió enfrentar la tentación, entro al huerto angustiado pero salió en paz, salió triunfante camino a la Cruz.

Sometió su espíritu a la voluntad de su Padre y Él lo fortaleció y lo sustento en cada momento.

A veces pensamos que la oración no tiene poder para sacarnos de nuestra angustia o tristeza, o no tiene poder para librarnos de la tentación, pero Cristo, nuestro ejemplo, demuestra que la oración es poderosa para sacarnos de cualquier problema.

No hay batallas más difíciles que aquellas que enfrento Cristo, primero en Getsemaní y luego sobre la Cruz. Por muy difícil que tú encuentres las tuyas, no son comparables con la que Cristo dio por cada uno de nosotros.

Debemos orar para pedir el auxilio del cielo, y también tener presente en nuestra oración, que debemos ser obedientes a la voluntad de Dios.

“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” (Mateo 26:41)

Predicador

Hermano Julio Salvador Álamo

Fecha

13 de marzo de 2016

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