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Himnos
Les saludo anhelando encontrarles con paz:
Sólo aquel que ha sido rescatado por Cristo, puede gozar del «fruto del Espíritu», a saber: «amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza» (Gálatas 5:22b,23a). Sin embargo, es preocupante comprobar que, no pocos cristianos, no gozan de este rico fruto múltiple, ¿por qué sucede esto? Creo, que una de las principales razones, es que han sido alcanzados por la corriente de este siglo con su afán de controlarlo todo.
Sabemos que Dios quiere cortar toda amarra entre sus hijos y esa corriente maligna, pero el afán y el descuido de quienes deberían estar orando y velando, hace de ellos presa fácil del sistema anticristiano. Mi oración es que hoy sea un día de libertad y reencuentro, con aquel que dio su vida para darnos libertad y ese sublime «fruto del Espíritu».
El Señor les guíe, fortalezca y guarde, junto a sus seres queridos.
Sergio Oschilewski M.
Pr. I. Bíblica Las Condes
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Pasaje bíblico
Efesios 2:1-10
Introducción
El ser humano está sometido a diversas leyes y límites, lo quiera o no. La fuerza de gravedad y el tiempo se enseñorean de él y condicionan todos sus proyectos. La finitud de sus días, le limita absolutamente, así también, las restricciones que le impone su cuerpo en cuanto a: descansar, comer, beber y la salud, entre otros. También hay otras limitantes a la libertad del hombre, no siempre consideradas; una de ellas tiene que ver con el servicio y a quien sirve, pues el hombre siempre será siervo de alguien o algo. Si decide no tomar el señorío de Cristo sobre su vida, entonces, muy por el contrario de lo que piensan muchos, estará aceptando sobre sí, otros señoríos.
En la lectura de la Carta a los Efesios, el apóstol Pablo les recuerda que antes de su conversión, ellos carecían de libertad, pues al estar muertos en sus delitos y pecados, estaban totalmente sometidos a la corriente del mundo, «conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos,» (Efesios 2:2b, 3a).
Fue en esas condiciones en las cuales Dios encuentra al ser humano, totalmente controlado por los deseos de la carne, de los pensamientos de una mente caída, del mundo y del «príncipe de la potestad del aire», en pocas palabras: totalmente encadenados y sumisos al pecado. Luego, sólo por su amor y su gran misericordia, Dios lo saca de esa condición de total y cruel dominio, dándonos «vida juntamente con Cristo». Así comienza una nueva vida, por lo cual dice que: «somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.» (Efesios 2:10). La nueva criatura, libre de las potestades crueles y destructivas, ahora tiene delante de sí un nuevo camino, con obras preparadas de antemano para andar en ellas, conforme a la voluntad de su libertador, Cristo Jesús.
- El control de la vida diaria.
- El control espiritual
- El control del redimido.
Conclusión
Eres cristiano, pero te das cuenta de que, imperceptiblemente, algo te ha ido dominando, que tu mente se encuentra anormalmente tranquila, a pesar de saber que estás contraviniendo la voluntad de Dios. Te invito a entregarle al Señor, el total control de tu vida. Puedes decirle: «Señor toma el control de mi vida, tú moriste por mí, para darme vida nueva y tu señorío sobre esa vida renovada. Ayúdame, Señor, me arrepiento, pues me doy cuenta que he pecado; te ruego que me perdones, me limpies y tú asumas el total gobierno de mi ser. Amén».
Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.
Juan 8:36