Queridos hermanos en la fe:
En muy poco tiempo hemos visto cómo la influencia demoníaca en el mundo se hace más y más fuerte, destruyendo barreras que parecían muy difíciles de derribar.
Estamos advertidos por la Biblia, lo que es confirmado diariamente por las noticias, que el mundo no cambiará para bien, por lo que no le esperan días mejores. Pero también sabemos que nuestra oración constituye un dique que frena y retrasa el avance del mal; además de permitir extender la paz sobre los hijos de Dios y el trabajo de la Iglesia. Por lo anterior y, principalmente porque es la voluntad de Dios, oremos por los gobernantes de la Tierra, sean buenos o sean malos; oremos, para que el Señor controle sus decisiones sobre todo cuando legislan y, con ello, pidamos que tengan un encuentro personal con el Señor.
Lectura Bíblica
Lucas 12: 4-7.
Introducción
Las palabras dichas por Jesús constituyen una declaración acerca del gran significado que tiene cada ser humano para Dios. Él no solo nos conoce, sino que aún sabe cuántos cabellos hay en la cabeza de cada uno de nosotros; es una manera de dar a entender cuánto le importamos en forma individual. Una de las maravillas que el cristiano va valorizando cada vez más, en la medida que madura en los caminos del Señor, es el descubrir cómo Dios nos ve y nos trata. Para Dios, cada ser humano es una persona única e irrepetible, no un número frío y útil para clasificar y ordenar.
Consideremos la concepción del hombre por:
- El materialismo.
- El pragmatismo del sigo XXI.
- Cristo.
- El pastor y la iglesia local.
Conclusión
Cristo conocía a Zaqueo, a la mujer que le tocó en forma secreta para obtener sanidad, a Natanael, a Mateo, a Simón Pedro, a Andrés, así como a cada persona a la cual llamó y le siguió, desde mucho antes que ellos nacieran. Conocía sus mentes, corazones, fortalezas, temores y debilidades, como nadie más. Lo maravilloso es que también nos conoce a ti y a mí, ¿cuánto le conoces tú a Él?
Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué,
Jeremías 1: 5a