Muy apreciados hermanos en el Señor Jesucristo:
Aunque el «temor santo» solo tiene aplicación plena para el creyente, pienso que, con algunas limitaciones, también puede ser usado para considerar el estado de salud de una sociedad secular. Se ha visto que la estabilidad y el desarrollo de una nación se encuentran vinculados a un mayor «temor a Dios», así como el caos y desplome de una sociedad, están directamente relacionados con la falta de respeto a Dios y sus principios.
No pocos incrédulos presentan un cierto respeto básico, intrínseco e innato hacia Dios; aunque lejos de ser suficiente como para hacer las paces con Él. Cuando ese respeto, al que me atreveré a llamar «respeto natural a Dios», se pierde, a la sociedad no le queda nada a que aferrarse para continuar existiendo y cae en un abismo sin retorno. Ejemplos tenemos en multitud de sociedades ya extintas como: la cananea, la egipcia, la sodomita, la asiria, la babilónica, la griega, la romana, entre otras.
Los cristianos tenemos la obligación de ser buenos ciudadanos, lo cual implica orar para que los legisladores, jueces y ejecutivos de la nación donde vivimos, conozcan y actúen en base a ese bendito y constructivo «temor a Dios». De lo contrario, a nuestra sociedad le quedará menos tiempo de existencia del que predicen los indicadores tradicionales (las entradas per cápita, los bienes de consumo por familia, la educación, el acceso a la salud, etcétera).
Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; Andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro.
Salmos 89: 15
Sergio Oschilewski M.
Pastor I. Bíblica Las Condes
Si usted se encuentra impedido de asistir al local de la Iglesia, le recordamos que puede conectarse a nuestro culto dominical en horas de la tarde del domingo, por medio de nuestro canal de YouTube.
Salmos 66: 13-20.
Introducción
No tenemos el privilegio de conocer al autor de este bello salmo, podemos decir que simplemente Dios no quiso revelarlo. Independiente de que no conocemos su nombre, de acuerdo a lo que aquí se expresa, podemos decir que sin lugar a dudas era alguien con mucha destreza de palabras y también en lo musical. Aquí encontramos expresiones realmente sublimes.
El salmo incluye alabanzas, adoración, pero, por sobre todo, es un salmo de acción de gracias. En los primeros versículos vemos al salmista llamando a toda la tierra a cantar alabanzas a Dios, es muy parecido al primer versículo del salmo 100 del que, curiosamente, tampoco se conoce al autor.
Después de unos versículos donde aparece una súplica colectiva y donde narra y nos muestra el poder de Dios en favor de su pueblo, el salmista pasa a alabar y dar gracias a Dios por lo hecho con su persona; los versículos leídos son una acción de gracias individual. Veamos algunas cosas muy llamativas de estos versículos:
- Su entrega.
- Su testimonio.
- Su agradecimiento.
Conclusión
El salmista nos da un claro testimonio de cómo cantar alabanzas y adorar a Dios. A veces no encontramos las palabras; él, con su ejemplo, nos muestra el camino hacia una comunión plena con Dios.
El escritor no oculta su pecado, sino que sus labios lo confiesan y se entrega por completo al servicio de Dios; pero, además, le cuenta al mundo lo que Dios ha hecho en su vida. Sus labios no están sellados para dar testimonio de Dios.
Resalta en este salmo, que el autor nos quiere dejar un claro ejemplo de cómo agradecer y dar la gloria a Dios.
El principal fin que debemos buscar cuando adoramos a Dios y hablamos de nuestra experiencia con Él, es procurar que su nombre sea glorificado, no hay mejor acción de gracias que dejar el nombre de Dios en lo alto.
Seamos agradecidos porque solo por su gran misericordia fuimos salvados, no hay ningún mérito en nosotros, como tampoco lo había en el autor del salmo.
Sin lugar a duda, para el salmista hay una gran esperanza y lo llena de confianza saber que su Dios escucha sus oraciones y no le niega su misericordia. Me alegra mucho compartir el mismo Dios misericordioso con el autor del salmo.
Bendito sea Dios, Que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia.
Salmos 66: 20
Himnos
342: Grande es Tu fidelidad
Oh, Dios Eterno, tu misericordia Ni una sombra de duda tendrá; Tu compasión y bondad nunca fallan Y por los siglos el mismo serás. ¡Oh, tu fidelidad! ¡Oh, tu fidelidad! Cada momento la veo en mí. Nada me falta, pues todo provees, ¡Grande, Señor, es tu fidelidad! La noche oscura, el sol y la luna, Las estaciones del año también, Unen su canto cual fieles criaturas, Porque eres bueno, por siempre eres fiel. Tú me perdonas, me impartes el gozo, Tierno me guías por sendas de paz; Eres mi fuerza, mi fe, mi reposo, Y por los siglos mi Padre serás.
16 (C. S. G.): Alma, bendice al Señor
Alma, bendice al Señor, Rey potente de gloria; De sus mercedes esté viva en ti la memoria. ¡Oh, despertad, arpa y salterio! Entonad himnos de honor y victoria. Alma, bendice al Señor que los orbes gobierna, Y te conduce paciente con mano paterna; Te perdonó, de todo mal te libró, porque su gracia es eterna. Alma, bendice al Señor, de tu vida la fuente, Que te creó, y en salud te mantiene clemente; Tu defensor en todo trance y dolor, Su diestra es omnipotente. Alma, bendice al Señor por su amor infinito; Con todo el pueblo de Dios su alabanza repito: Dios, mi salud, de todo bien plenitud, ¡Seas por siempre bendito!