La profecía dijo:
“Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;
Porque de ti saldrá un guiador, que apacentará a mi pueblo Israel.” Miqueas 5:2
Y así pasó, en los días del rey Herodes, nació Jesús, del recién formado matrimonio de María y José.
Su concepción, sin embargo, fue un milagro, Dios le comunicó a cada uno por separado que Cristo había sido engendrado de Dios.
Los hombres lo aceptaron
“Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo;
y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;”
Lucas 2:32
“Decid a la hija de Sion:
He aquí, tu Rey viene a ti,
Manso, y sentado sobre una asna,
Sobre un pollino, hijo de animal de carga.”
Mateo 21:5
Porque pensaban que su reino iba a ser en la tierra.
Pero Jesús vino primero a darnos la entrada al reino celestial.
Pero luego lo rechazaron
“Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.” Juan3:19
El hombre, amó más sus pecados que al Salvador, siendo que era Dios mismo sacrificándose por nosotros, tomando nuestro lugar, lo que merecíamos nosotros era la muerte.
Y fue crucificado pagando el precio que debíamos pagar tú y yo
“y diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día.» Juan 9:22
Jesús fue el sacrificio perfecto, el cordero sin mancha, que cargó nuestra culpa y venció el pecado y también a la muerte. Por su herida fuimos nosotros sanados. Solo tenemos que aceptar ese precioso regalo que jamás lograríamos pagar. Aceptar su sacrificio en nuestro lugar.
Y al tercer día: ¡el Señor resucitó!
“ Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado;
y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” Mateo 28:18-20
Jesús venció la muerte, fue aceptado como sacrificio perfecto y volvió al Padre.
Pronto va a regresar por su iglesia.
¿Y tú, qué hiciste con ese amor tan grande?