Un milagro que llegó lejos

Introducción

El relato de Juan nos sitúa en la localidad de Caná de Galilea, donde Jesús había convertido el agua en vino, como nos señala la misma lectura, milagro que corresponde al primero realizado por Jesús.

Algunos sitúan lo relatado en nuestra lectura como el segundo milagro de Jesús, pero no podemos tener real certeza de esto, aunque el versículo 54 nos habla de la segunda señal, pero lo más probable que se refería a galilea, ya que en Jerusalén también se dice que hizo señales, como nos señala el mismo evangelio de Juan 2:23.

El acontecimiento de nuestra lectura se relata solo en el evangelio de Juan al igual que el primer milagro de las bodas de Caná.

Aquí nos encontramos a Jesús volviendo a galilea después de haber estado en Jerusalén, donde entre las muchas cosas que se relatan, lo encontramos conversando con Nicodemo, luego se dirigió a Samaria, donde testifico a la mujer junto al pozo de Jacob, siguiendo la ruta hacia el norte del país ahora lo encontramos en la localidad que nos señala la lectura.

El evangelio de Juan hace hincapié en las muchas entrevistas personales que Jesús realizo con algunos hombres y mujeres, Nicodemo y la mujer samaritana, nombrados anteriormente son algunos ejemplos de esas entrevistas, ahora nos encontramos con este oficial del rey, que provenía de Capernaum, localidad situada a unos 30 o 35 kilómetros aproximadamente de Caná, en una de las riberas del mar de galilea.

Cuando este oficial escucho que Jesús estaba en Caná acudió a él para rogarle por la salud de su hijo.

De ahí nace un dialogo que nos debe llevar a reflexionar sobre las grandes enseñanzas que podemos sacar para nuestra relación con Cristo

I) Las dos peticiones del oficial
II) La respuesta de Jesús
III) La respuesta del oficial

Conclusión:

Los milagros del Señor nos dan grandes lecciones, que debemos ser capaces de identificar, para poder corregir errores en nuestra vida.

Este hombre que llego a los pies de Jesús en busca de un milagro para su hijo, también encontró un milagro para él y toda su casa.

No hay nada que pueda limitar a nuestro salvador, como lo demostró aquí, la distancia no fue un impedimento para lograr su objetivo.

El Señor no tiene limitantes, es nuestra poca fe que le pone limitaciones, y muchas cosas que nos suceden es para nuestro bien. Jesús no concedió todo lo que el pidió, como tampoco concederá todo lo que nosotros pidamos, pero tenemos que estar seguro que lo que dará o contestara será lo que realmente necesitamos. A veces nuestra fe debe ser perfeccionada.

Una de las lecciones más grandes que nos puede dar esta lectura es que cuando Jesús dice algo, o las escrituras señalan algo, no es que puede ser verdad, sencillamente es verdad, aunque no lo podamos ver o este distante de ocurrir aún.

Si nuestro Señor lo dice, yo lo creo y eso lleva a resolver muchas cosas en mi vida, esa es la verdadera fe que nos pide nuestro Señor.

Debemos comprender que no necesitamos ver grandes señales para creer, la palabra de Dios debe ser certeza para nosotros, no hay espacio para dudas, porque nuestro Salvador no las ha dejado.

Predicador

Hermano Julio Salvador Álamo

Fecha

17 de enero de 2016

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