yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén.
Apocalipsis 1: 17b, 18a
Muy estimados hermanos:
Alegrémonos y tomemos ánimo considerando el significado de la gloriosa resurrección del Señor. Cristo venció a la muerte, al sepulcro, al pecado, a Satanás, y nos hizo partícipes de su gran victoria. Con su triunfo total, nuestro Señor nos abrió el más espléndido de los panoramas para nuestra vida. ¡Hay vida, triunfo y futuro en Cristo para ti y para mí!
Sergio Oschilewski M.
Pastor I. Bíblica Las Condes
A las 11:00 horas, le invito a incorporarse al Culto Dominical, conectándose a nuestra transmisión directa desde el local de la Iglesia Bíblica Las Condes.
Pasaje bíblico
Hechos 2: 22-36.
Introducción
En esta porción, encontramos al apóstol Pedro frente a una compleja concurrencia, la más difícil que alguien pudiera enfrentar, pues ante él se encontraban aquellos que habían hecho crucificar a Cristo.
Aquella multitud debía entender que el Mesías, antes de su venida en gloria, pasaría por la Pasión y Muerte para luego resucitar. Ellos tenían que reconocer en Jesús de Nazaret al Mesías profetizado.
Pedro aborda el tema considerando que la Resurrección fue un hecho que no requiere ser demostrado, el cual se trató de un milagro realizado por Dios.
Pedro les aclara que:
- El Señor fue resucitado por Dios (Hechos 2: 24-32).
- La resurrección fue profetizada (Hechos 2: 31).
- La resurrección cuenta con muchos testigos (Hechos 2: 32).
- La resurrección es confirmada con la exaltación del Señor (Hechos 2: 33-36).
- El objetivo fue logrado plenamente (Hechos 2: 39).
Conclusión
El Señor usa a Pedro para decirnos y demostrarnos que queda completamente demostrado y proclamado, que Jesucristo es Dios, es el Mesías, su obra fue perfecta, su resurrección está comprobada y, por lo tanto, todos podemos recibir el beneficio de esa obra perfecta.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Hechos 2: 39
