Muy apreciados hermanos:
Nuevamente llegamos al primer domingo del mes, ocasión en la que compartimos la Cena del Señor, acto conmemorativo y solemne ordenado por el Señor Jesús a la Iglesia hasta que esta sea arrebatada.
Antes de iniciar cada cena solemos recordar las advertencias que el apóstol Pablo le hace a los hermanos de la iglesia de Corinto: «Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.» (1ª Corintios 11: 28). La idea es que se produzca, en forma previa a la conmemoración, un momento de reflexión en el cual el creyente exponga su corazón y mente ante Dios buscando lo que se interponga entre él y el Señor. El objetivo de este examen es eliminar de inmediato todo aquello con lo que se esté ofendiendo a Dios, sacando así los obstáculos que estén impidiendo la buena comunión.
Le propongo que, en lugar de esperar el momento previo a la Cena, proceda ahora mismo a realizar este autoexamen, ¿para qué dilatarlo?
Así que, amados, pues que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
2ª Corintios 7:1
Sergio Oschilewski Malinowski
Pastor Iglesia Bíblica Las Condes
Lectura Bíblica
Jonás 1: 1-5.
Introducción
Aún cuando Jonás cometió errores que podríamos calificar como grandes, no queda duda de que fue un varón de Dios, pues estaba en comunión con Él; fue comisionado para cumplir una gran misión y fue disciplinado y enseñado por el Señor. También tenemos antecedentes de este profeta en 2ª Reyes 14: 25, donde se dice que fue, siervo de Jehová y nuestro Señor Jesucristo usó su experiencia con el gran pez como una señal de su propio ministerio, fue así que habló de «la señal del profeta Jonás» (Mateo 12: 39; 16: 4).
Jonás nos recuerda que ser un varón de Dios, o una mujer de Dios, no significa que esa persona sea perfecta y que ya no requiera de enseñanza disciplina y corrección.
En esta ocasión, les quiero invitar a comenzar a escudriñar en el libro de Jonás algunos elementos que es muy posible que lleguemos a identificar con nuestra propia experiencia espiritual, o bien, nos pueden librar de caer en errores con los cuales muchos hijos de Dios han tropezado.
- Justos con limitaciones.
- Una misión (Jonás 1: 2).
- Desobediencia (Jonás 1: 3-5).
- Descubierto (Jonás 1: 6-10).
- Progresos.
Conclusión
Al concluir esta primera reflexión basada en Jonás y su vida, es importante que me pregunte: ¿estoy yo también huyendo de hacer la voluntad de Dios? ¿Estoy obedeciendo a Dios en mi vida? Y, si fuera el caso: ¿cuál es la razón por la cual no obedezco a Dios?
Si llegáramos a descubrir que estamos navegando hacia Tarsis en lugar de estar caminando para Nínive, no lo dudemos más y con premura pidamos perdón y demos la vuelta, retomando la ruta que siempre ha sido la que Dios nos ha mostrado mientras exclamamos como David:
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
Salmos 51: 1b