Muy apreciados hermanos y amigos que hoy se encuentran con nosotros:
El apóstol Pedro, al considerar las maravillas que el Señor nos ha prometido, usa la expresión: «preciosas y grandísimas promesas». Cuánto estímulo encontramos en esas promesas; cuánta motivación y fuerzas para cumplir con las tareas que hoy tenemos que realizar comenzando por nosotros mismos.
El Señor los anime, guarde y fortalezca durante cada día de esta nueva semana.
Sergio Oschilewski M.
Pastor I. Bíblica Las Condes
Si usted se encuentra impedido para asistir a nuestro culto dominical presencial, le invitamos a conectarse con nosotros a las 11:00 a nuestra transmisión directa desde el local de la Iglesia Bíblica Las Condes.
Pasaje bíblico
2ª Pedro 1: 1-10.
Introducción
En los comienzos de su segunda carta, el apóstol Pedro nos recuerda que somos poseedores de «preciosas y grandísimas promesas», promesas que, muchas veces, no gozamos por cuanto estamos con los pies demasiado pegados en la tierra y con la vista mirando continuamente el horizonte en lugar del cielo, lo cual nos hace olvidar tareas primordiales para cualquier redimido.
Luego de estas estimulantes palabras, el Apóstol comienza a enumerar elementos preciosos o virtudes, las cuales presenta como tesoros que debemos ir adquiriendo, o tareas que debemos ir cumpliendo, con el fin de: no estar ociosos mientras esperamos pasivamente las promesas, producir frutos y no ser derribados (2ª Pedro 1: 10).
Estas tareas se van concatenando entre sí, siendo el pilar fundamental, la fe, al cual está anclado toda la cadena y, por lo tanto, sustenta a todos los demás eslabones.
Los eslabones, pues, son:
- Virtud (2ª Pedro 1: 5a).
- Conocimiento (2ª Pedro 1: 5b).
- Dominio propio (2ª Pedro 1: 6a).
- Paciencia (2ª Pedro 1: 6b).
- Piedad (2ª Pedro 1: 6c).
- Afecto fraternal (2ª Pedro 1: 7a).
- Amor (2ª Pedro 1: 7b).
Conclusión
Hemos considerado siete términos que nos hablan de tareas personales en las cuales nos dice la Palabra, debemos poner toda diligencia para realizarlas (2ª Pedro 1: 4).
Son tareas, pues somos nosotros los que debemos abrir y leer las Escrituras; somos nosotros los que debemos buscar el tiempo para orar sosegadamente; nosotros los que debemos dejar las prácticas pecaminosas; nosotros los que debemos demostrar el amor práctico a nuestros hermanos; nosotros los que debemos abandonar aquello que nos quita tiempo para cuidar de las tareas fundamentales.
Solo llevando a la práctica estas tareas, el poder del Señor obrará y podremos experimentar la maravillosa metamorfosis que nos hará cada vez más parecidos a nuestro modelo supremo, el Señor Jesucristo.
Por parte del Señor está la disposición y el poder para hacerlo; de parte de nosotros está el humillarnos y dejar, o no, actuar al Todopoderoso en nuestras vidas. Los resultados de Su actuar son garantizados y maravillosos: no estaremos ociosos, tendremos frutos y estaremos libres de caer.
Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.
2ª Pedro 1: 10