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Himnos
Queridos hermanos, deseo para todos ustedes un muy buen día.
En esta ocasión, la meditación se encuentra a cargo de nuestro hermano Julio y tiene por objetivo reforzar nuestra confianza en aquel que nos ama al punto de enviar a Su Hijo a morir por nosotros. Solo al desarrollar una fuerte confianza en Dios, se logra gozar lo que Él siempre ha querido darnos: paz, descanso, gozo interior, motivación, valor y mucho más.
Pido al Señor que todos seamos muy bendecidos con este mensaje, basado en uno de los sublimes cánticos del gran compositor inspirado, que fuera el rey David.
El Señor les resguarde, engrandezca vuestra fe y les mantenga con buena salud.
Sergio Oschilewski M.
Pastor I. Bíblica Las Condes
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Pasaje bíblico
Salmo: 27:1-6
Introducción
Es difícil saber en qué situación o etapa de su vida se encontraba David cuando escribió este Salmo. Hay muchas versiones que nos hablan de que se encontraba en tal o cual situación, pero son solo suposiciones.
Lo que sí tenemos claro es que este salmo es hermoso y que nos muestra la forma en que un hombre expresaba sus más profundos e íntimos sentimientos cuando acudía a la presencia de su Padre celestial. Del mismo modo, muestra el camino a cada uno de los hijos de Dios que acuden a su Padre, especialmente en tiempos de dificultades.
Sin duda alguna, este es un Salmo donde se ve la fe y confianza que un hijo de Dios debería tener en Él. Hay tres grandes expresiones que se ven en el versículo uno de nuestra lectura que nos hablan de la confianza absoluta que David tenía en su Dios y Padre. Las tres expresiones nos muestran la firme disposición del salmista con respecto a su Dios.
- Mi luz.
- Mi salvación.
- Mi fortaleza.
Conclusión
La clave de este salmo es la confianza en Dios; confianza que logró tener David, porque conocía muy bien a su Señor y anhelaba su presencia. David vivía en constante comunión con Dios descansando plenamente en Él. Sólo así se explica la declaración del versículo uno: «Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?».
La pregunta para nosotros hoy es: ¿confiamos como confiaba David en Dios?, ¿lo conocemos bien, ansiamos vivir diariamente en su presencia?
¿Consideramos a Dios como nuestra luz, nuestra Salvación y nuestra fortaleza? Si la respuesta es sí, entonces podemos exclamar al igual que David: Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?