Queridos Hermanos:
Les saludo en la esperanza de encontrarles preparados para una nueva jornada de oración.
Durante cuatro semanas reflexionamos en cómo Satanás ha logrado dominar el mundo con sus mentiras. Con ello, recordábamos que con el fin de que nadie logre engañar a los redimidos, Dios nos ha dejado cuatro elementos con los que todo cristiano debiera estar muy familiarizado y jamás descuidar: Su Palabra; Su Espíritu, que nos guía e ilumina; La Oración; y la iglesia, en la cual Él nos tiene, y en la cual somos exhortados. En la Epístola a los Hebreos se nos dice: “antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.” Heb.3:13.
“el Dios de paz sea con todos vosotros. Amén.” Ro. 15:33
Sergio Oschilewski M.
Pastor IBLC
Reunión de Oración
Oración
Cánticos a elección
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(Alabanzas 🠚 Himnos/Cánticos)
Lectura de la Biblia
Hebreos 3:12-15
Reflexión: Temblar de miedo a veces resulta saludable
“y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando;” (Heb. 12:21).
Si leemos todos los pasajes involucrados, veríamos que Moisés se encontraba frente a una manifestación de la grandeza, del poder y de la santidad de Dios, lo cual sobrepasa a todo lo que nuestros sentidos están acostumbrados a experimentar.
Aún, cuando son sólo ejemplos para intentar ilustrar lo que vivió Moisés y el pueblo, en aquella oportunidad, podría decir que es como la sensación que sentimos cuando estamos enfrentando a potentes fuerzas como las de: un huracán, un volcán en erupción, un terremoto; o bien, nos encontramos al borde de un gran precipicio o de un incendio incontrolable. Estas experiencias producen en nosotros una sensación de pequeñez, de impotencia, de miedo y aún de pánico. Es el sentimiento que produce el estar: ante la inmensidad, lo incontrolable, lo que es enormemente más poderoso que nosotros. Si las experiencias anteriores producen estos sentimientos inexplicables; cuánto más, debe ser la experiencia de estar ante una manifestación de la grandeza del único Dios vivo, quien es santo y no tolera el pecado. Moisés sencillamente declara: “Estoy espantado y temblando”
Normalmente, el “temor santo” es definido como: “temor reverencial” o “respeto sagrado” y esto es correcto. No obstante, muchas veces debemos ir más allá, llega el momento en que aún el convertido debe aprender a temer con temblor y aun, con miedo a Dios. Esto es especialmente válido cuando se peca deliberada y persistentemente. Con cuanta facilidad un cristiano puede llegar a ser irrespetuoso con Dios,
irreverente con su Redentor. Con facilidad una iglesia puede empezar a tolerar el pecado, especialmente cuando “miembros regalones” comienzan a pecar.
Pero, cuidado, el Dios de amor es también juez y justo, es: “Santo, Santo, Santo”. Este Dios de amor, aun cuando amó al rey David, quitó la vida del hijo que tuvo en adulterio con Betsabé, los hijos de Aarón y sobrinos de Moisés pecaron y ambos, fueron muertos por Dios. “Cosas del Antiguo Testamento” dirá alguien. Definitivamente no, Dios a los que ama no les deja pasar sus faltas, especialmente si no hay arrepentimiento, si no hay un efectivo: cambio de actitud.
En el Nuevo Testamento siguen los ejemplos. La iglesia primitiva, no por ser una iglesia en aprendizaje dejó de sentir la mano correctora de Dios. Tenemos, entre otros, el caso de Ananías y Safira. Dicen Las Escrituras que producto de esta triste experiencia: “vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas.” (Hec.5:11). Luego tenemos el caso que expone el apóstol Pablo de la iglesia de Corinto, los que por tener en menos lo sagrado, habían pagado las consecuencias con enfermedades y muertes.
Mi idea está muy lejos de asustar, y claro está que: “Dios es amor” y quiere tu perfecto bien, y aún más, su amor está impregnado de ternura, comprensión y consuelo. Pero no olvidemos que Él también es santo y digno de toda honra y gloria; y no pide, sino que exige el respeto y la honra que merece de parte de sus hijos a quienes redimió y justificó. Por lo anterior, cuando comenzamos a ser “confianzudos”, irrespetuosos o irreverentes con Dios, entonces, puede que llegue el momento en que, a pesar de Su gran paciencia y previas y múltiples advertencias, tenga que hacer sentir un saludable y beneficioso temor, asociado a “espanto” y temblor, producto del miedo.
“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;” 1ª P.5:6
Sergio O.M.
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Oración
A continuación, le invito a pasar unos momentos en oración.
Adoración, Alabanza y Gratitud:
Gratitud por el calor y el abrigo.
En estos días en que hemos tenido temperaturas muy bajas, cuánto se aprecia el calor de una estufa, cuánto se aprecia la protección que nos otorga la ropa gruesa y abrigadora. No dudemos en dar gracias al Señor por estos beneficios, por estas bendiciones recibidas.
“Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios.” Sal. 103:2
Seamos agradecidos por la lluvia que nos han sido concedida.
El Señor ha mostrado su misericordia para con nuestra región, enviándonos lluvias. Seamos agradecidos por esta manifestación de su benignidad.
Peticiones:
Por el regreso a las actividades presenciales.
Sigamos pidiendo por sabiduría, dirección y protección, para el progresivo retorno a las actividades en el edificio de la Iglesia.
Por salud.
Oremos para que el Señor se manifieste tanto en la salud, como el ánimo de la pequeña Amalia Sofía, así como en los médicos que la tratan.
Sabiduría para saber transferir a la próxima generación, las tareas de la Iglesia.
Pidamos al Señor sabiduría e inteligencia para continuar comunicando y capacitando a las próximas generaciones, no sólo con el gran mensaje de vida y salvación, sino también, con la visión, el celo y las habilidades necesarias para continuar con las tareas que una vez nos fueron asignadas a nosotros.
Salud y ánimo para nuestros hermanos de mayor edad.
Persistamos en oración por cada uno de nuestros hermanos que hoy ya son ancianos. Pidamos al Señor por su ánimo, para que sientan Su mano mitigando sus dolores y molestias físicas, así como sus cargas emocionales. Llevemos también ante el Señor, a aquellas personas que los cuidan y atienden.
Amparo para nuestros hermanos perseguidos por su fe en Cristo.
Es muy importante que oremos por nuestros hermanos que viven en Afganistán. Como lo dijimos antes, este país se encuentra, en el presente año, en el número 2 de la Lista Mundial de Persecución a cristianos, siendo sólo superado por Corea del Norte. Con los últimos acontecimientos ocurridos en ese lugar, la situación sólo puede empeorar. Le ruego que ore por nuestros hermanos que viven en ese sufrido país.
Amparo para nuestros hermanos perseguidos por su fe en Cristo.
Otro país donde la persecución contra los cristianos es muy pronunciada, es en Turkmenistán, país de Asia Central con un estado islámico represivo. Los más presionados son aquellos que una vez fueron musulmanes y ahora son cristianos; la persecución es llevada a cabo por: funcionarios del gobierno, pandillas, grupos religiosos, familiares, conocidos y vecinos. Oremos por aquellos hombres y mujeres que han dejado el paganismo por seguir a Cristo.
Peticiones en las cuales insistir:
Nuestro País.
Perseveremos en oración por nuestra Nación, pues, como bien sabemos, se encuentra sumido en situaciones muy complejas y delicadas como ser:
▪ El crecimiento de la delincuencia unida a grupos anarquistas.
▪ El terrorismo y la delincuencia que se han apoderado de amplios sectores de la Novena Región.
▪ La creación de una constitución en la que se evidencia una profunda antipatía y rechazo hacia Dios y los
cristianos.
▪ Los proyectos de ley que desafían directamente a la voluntad de Dios, como la ley que concierne a lo que
han llamado: “matrimonio igualitario”, o la ley del “aborto sin causales”. Oremos para que estas leyes no consigan promulgarse.
Pidamos por sensatez y luz para aquellos que encabezan la Nación y deben tomar decisiones y acciones.
“Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones,
a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.”
Col. 3:15