Lectura de la Biblia
Romanos 8:28-39
Meditación
Hace sólo siete meses atrás no podíamos imaginar que hoy estaríamos viviendo una pandemia y con ello, una cuarentena; no imaginamos el cierre de los centros comerciales y negocios; no imaginamos, que como consecuencia de lo anterior, se estaría hablando de una crisis financiera mundial; no era posible imaginar que las potencias del mundo ya no serían una opción de socorro para aliviar una crisis. Tampoco pasó por nuestra mente la despiadada acción destructiva que grupos organizados comenzaron a llevar a cabo a partir del mes de octubre de 2019; no pasó por nuestra mente que la base misma de nuestro sistema de “Derecho” tambalearía, y se elevarían voces, que luego serían escuchadas, procurando eliminar la actual Constitución y todo lo que ella garantiza y protege, como ser: la libertad de culto; la vida que está por nacer; la familia; la igualdad ante la ley; la propiedad privada; la libertad de conciencia, entre otros.
¡Cómo hemos sentido la fragilidad del ser humano y de los sistemas establecidos! Todo está siendo tocado: salud, seguridad, familia, confort, propiedad, etc.
A pesar de todo lo anterior, podemos decir con certeza que, lo que nada ni nadie cambiará son los planes del Señor, ni nuestra comunión con él; ¡Cuán estimulante! ¡Cuán maravilloso! resulta en esta hora, recordar las afirmaciones escritas para siempre en la Epístola a los Romanos 8: 38 y 39:
“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”
La verdad arriba descrita es tan grande que debiera ser suficiente para traer consuelo, paz y descanso. Ésta es una de las tres grandes verdades a las que debemos aferrarnos cuando estemos en momentos de crisis y nuestro corazón y pensamientos se vean turbados: El Señor me ama y nada me podrá apartar de ese amor.
La segunda verdad la desprendemos de las palabras del ángel Gabriel a María: “porque nada hay imposible para Dios.” (Luc.1:37), una verdad muchas veces confirmada por las Escrituras, y por las experiencias que nos aporta la historia.
La tercera verdad, también muchas veces ratificada en la Biblia, la tomaremos de las palabras del Señor Jesús: “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Jn.10:10b). No sólo vida, sino vida en abundancia. De muchas formas el Señor nos dice y nos demuestra que quiere lo mejor para nuestra vida, su voluntad para sus hijos, siempre es: “buena, agradable y perfecta.” (Ro. 12:2b).
Mi consejo es: si en algún momento tu vida es asaltada por angustias, y tu mente y corazón se encuentran confundidos; aférrate con todo tu ser a estos tres principios, tomándolos para ti: Dios me ama y nada podrá separarme de ese amor; Dios todo lo puede, por lo que es muy superior a mi problema; y, Dios siempre quiere lo mejor para mí.
Recordemos siempre que, Dios:
Me ama y nada podrá separarme de ese amor.
Todo lo puede, por lo que es muy superior a mi(s) problema(s).
Quiere lo mejor para mí, siempre.
Por último, es también saludable recordar que toda injusticia tendrá su fin y el Juez de jueces, impondrá, más allá del parecer de los hombres, Su perfecta justicia y juicio.
Hermano, cuando sientas que arremeten los vientos de temporal sobre la tierra, sostén la mirada donde está Cristo, ahí no llegan las tempestades, no hay enfermedad ni injusticia, ni blasfemia. Recuerda que aquella es tu patria eterna, la patria donde estaremos para siempre con nuestro Redentor.
“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.” Colosenses 3:2
Para comenzar el período de oración les sugiero algunos motivos:
Adoración al Señor por ser quién es.
Porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son suyas.
Suyo es el reino, y el poder, y la gloria. El es excelso sobre todo.
Gratitud por su constante resguardo.
El Salmo 46:1 dice: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.” El amparo del Señor es una gracia que experimentamos en forma constante, normalmente, sin darnos cuenta de ello; creo que nadie podría dormir si tomara conciencia de los peligros que le rodean. Agradezcamos a Dios por ese cuidado que nos permite vivir confiadamente.
Peticiones:
Por el fortalecimiento de la fe.
En estos días la fe de muchos hermanos está siendo probada: algunos pasarán este trance sin tropiezo alguno; otros, con altos y bajos; y otros, con muchas dificultades. Les ruego apoyar a aquellos hermanos cuya fe no es sólida, sino que frágil e inmadura. Oremos por ellos y también hablemos con ellos con el fin de recordarles la grandeza y poder de aquel en quien descansa nuestra fe.
Por el devocional familiar.
Con la cuarentena se nos presenta la gran oportunidad para comenzar, o fortalecer, la práctica del devocional en familia. Reunir, una vez al día a toda la familia que vive bajo el mismo techo, para leer una porción de las Escrituras, realizar una breve meditación, y orar; puede ser al momento de desayunar. En algunas oportunidades se pueden incluir cantos y motivar a los participantes a intervenir en la meditación. Si nunca se ha practicado antes y constituye una idea un tanto extraña para algunos miembros de la familia; se puede comenzar por realizarlo tres veces a la semana.
Pidamos por la guía del Señor para testificar.
Una forma de realizar nuestra misión evangelizadora, consiste en pedir al Señor su dirección para llegar hasta la persona cuyo corazón está sensible y preparado para recibir la “semilla” de la palabra. A veces esa persona está muy cerca, otras veces es la que parece más dura y lejana, otras veces puede que ni siquiera la conozcas.
Protección para nuestros hermanos perseguidos.
No olvidemos que en muchos países y regiones del mundo, los redimidos son perseguidos, torturados y muertos por causa de su fe. Son varios los enemigos de la fe, cuyo odio se manifiesta en acciones terribles: grupos religiosos entre los que destacan varias asociaciones islámicas; entidades políticas y grupos del crimen organizado.
Orando por ministerios y hermanos que nos han visitado.
En esta oportunidad les invito a orar por los siguientes hermanos y sus ministerios:
-El Hno. Francisco Retamal, su esposa y su tarea de mantener vivo el mensaje bíblico de Dios para la familia.
-El Hno. Evis Carballosa y su ministerio.
-La Hna. Eva Pérez, el equipo asociado, y la Fundación “Nacerán.”
-El Hno. Santiago Escuain y su ministerio.
Peticiones en las cuales insistir:
Salud y renovadas fuerzas para los hermanos ancianos.
En estos tiempos debemos orar aun más por ellos, pues son uno de los grupos más afectados por el coronavirus. Pidamos que sean cubiertos de la peste destructora y reciban nuevos ánimos de parte del Señor.
Por los hermanos más expuestos a enfermar.
Pidamos protección del Señor para los hermanos que se encuentran más expuestos a contraer el coronavirus: personas que trabajan en el área de la salud; en el área de la seguridad o en contacto directo con muchas personas.
El Señor les libre de contagiarse ellos y sus familias.
Nuestro País.
Perseveremos en oración por nuestra Nación, pues, una serie de situaciones muy complejas y delicadas se ciernen sobre él:
-La pandemia que sigue arremetiendo.
-La delincuencia que no mengua.
-Los problemas en la Novena Región (hoy un tanto eclipsados por la pandemia viral).
-El intento por algunos grupos de cambiar nuestra Carta Fundamental.
-Los proyectos de ley que contrarían directamente a la voluntad de Dios.
Pidamos por misericordia, por protección, por justicia, y también, por luz para aquellos que encabezan la Nación y deben tomar decisiones y acciones.
Por lluvias.
Continuamos experimentando la década más seca de los últimos 200 años. No obstante, sabemos que nuestro Dios puede enviarnos toda la lluvia que requerimos para normalizar esta situación. Pidamos por esta necesidad.
Motivos personales de oración.
Derrama tu corazón ante el Señor, Él conoce tus necesidades pero quiere escucharte.