Amados hermanos en la fe:

Un verdadero cristiano es un ser diferente del hombre natural, por cuanto ha muerto y resucitado con Cristo; tiene una mente renovada; piensa y actúa en función de lo puro, lo noble, lo de buen nombre y de lo que dignifique y glorifique a su Redentor. Además, es una persona que destaca, pues ilumina: «para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo;» (Filipenses 2: 15).

Pidamos en oración, valor y perseverancia para iluminar en toda circunstancia, especialmente cuando el entorno nos sea contrario. Recordemos siempre que somos «luminares», es decir, lumbreras, focos de luz que muestran el camino correcto.

Sergio Oschilewski Malinowski
Pastor Iglesia Bíblica Las Condes



Lectura Bíblica

Lucas 24: 13-31.

Introducción

Luego de la Crucifixión, nos encontramos con muchos discípulos del Señor, tristes, temerosos y desorientados. Un grupo de ellos, en particular, había sido entrenado en la mejor universidad cristiana concebible. Varios habían tenido un retiro de tres años con el maestro de maestros. Habían recibido la teoría y la práctica en forma magistral e insuperable.

Sin embargo, les sucedió lo que a muchos egresados les ocurre. Tanta información, tantas experiencias, no siempre son fáciles de procesar, comprender, clasificar y aplicar. La idea imperante acerca del advenimiento del mesías-líder, liberador del imperio romano e iniciador de la dispensación del Reino, fue una idea que eclipsó mucho de lo que Jesús enseñó.

Lo anterior significó que un importante grupo de discípulos —por no decir todos—, apóstoles incluidos, no fueron capaces de comprender la muerte de Jesús y la literalidad de la resurrección. Ahora bien, la comprensión incompleta de la Palabra de Dios trae como consecuencia: turbación, confusión, tristeza y parálisis.

Un buen ejemplo, lo vemos en aquellos discípulos que al tercer día de la muerte del Señor, caminaban hacia la aldea de Emaús, aldea que se encontraba a unos 11 km de Jerusalén.

  1. Dos caminantes tristes.
  2. El caminante solitario.
  3. El fruto de ese encuentro.

Conclusión

¿Te encuentras en el día de hoy caminando triste, desilusionado, sin entender lo que Dios quiere de ti? ¿Han sucedido cosas en tu vida que no puedes entender? ¿Estás pasando momentos en que parece que Cristo no hubiera resucitado? ¿Tienes dificultades para creer en la literalidad de la profecía que aún no se cumple, pero que fue establecida en las Escrituras?

Entonces es momento de reconsiderar este episodio asociado a la Resurrección cuando los apóstoles y discípulos estuvieron viviendo momentos muy tristes, como si Cristo no hubiera resucitado, a pesar de que ya lo había hecho.

Hermano, Cristo sí resucitó y está contigo, como estaba con los discípulos que se mantenían tristes, aun cuando no había motivo para estarlo.

Cristo no solo resucitó, sino que te ha enviado al Consolador para enjugar tus lágrimas y compartir su poder.

Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron;

Lucas 24: 31a