Cita Bíblica: Proverbios 3:21-26
Introducción.
Recién cantábamos el himno Nº 183, cuyo coro dice:
«Me guía Él, me guía Él,
con cuánto amor me guía Él.
No abrigo dudas ni temor,
pues me conduce el buen Pastor.»
Expresa una serie de bienaventuranzas que experimenta todo aquel que es guiado por el buen Pastor: guía divina, amor y libertad de las dudas y el temor que antes asaltaban mente y corazón. Destaco en esta oportunidad, la indescriptible maravilla de haber sido liberados de todos los temores.
El miedo, junto con ser un sentimiento que mortifica a quien lo experimenta, es una poderosa fuerza que mueve al ser humano a realizar muchas de las tareas que efectúa durante su vida. A veces no se las identifica como el resultado de temores, pero es exactamente eso lo que lleva a muchos a realizar acciones como: tomar seguros de vida; afiliarse a una oficinas de abogados; comprar un arma; establecerse en lugares accesibles a clínicas y hospitales; buscar amigos influyentes; etcétera.
Pienso que no es malo ser precavidos, dado el mundo en el cual vivimos. Lo malo, es vivir con temor, ansiedad y angustia. Lo malo es confiar en lo que no corresponde para aliviar el miedo. Lo malo es dejarse engañar, con tal de buscar paz y seguridad.
Abramos nuestra Biblia para ver que nos dice sobre este tema de carácter universal.
I. EL MIEDO APARECIO CON LA CAIDA DEL HOMBRE
A) El miedo es algo intrínseco del alma caída.
B) Los frutos del miedo.
II. EL HOMBRE NATURAL SIENTE MIEDO DE DIOS
Le teme por cuanto:
A) Se encuentra en deuda con él.
B) Ha sido juzgado y hay una condena esperándole.
C) Por cuanto Dios está enojado con él.
III. LA DERROTA DEL MIEDO
A) En Cristo terminan los miedos.
B) El Temor De Dios.
Conclusión.
¿Es usted una persona libre de temores? ¿Es usted una persona que aparenta no tener miedos, a pesar de que ellos se encuentran muy ocultos en lo íntimo de su ser?
¿Es usted un redimido y aun tienes temores que le quitan la paz y el gozo?
La libertad se encuentra en una relación vital y saludable con Señor. El Señor no solo nos ofrece libertad de la condenación eterna, sino de todo miedo que mantenga al ser humano como un triste prisionero.
¡Suficiente! Abandone hoy mismo sus miedos, perfeccionando su relación con Dios.
«En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor: porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.» —1ª Juan 4:18