Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas.
Hechos 22: 10
Cita Bíblica: Hechos 22:1-15
Introducción
Desde antes de nacer ya formamos parte del «proyecto de vida» de nuestros padres. Luego, cada uno de nosotros va recibiendo educación, formal e informal, por medio de la cual se nos inserta en un proyecto de vida idealizado del cual somos, al principio, totalmente pasivos e inconscientes. Más adelante, comenzamos a participar en este proyecto o plan, que tendrá, dependiendo del caso, diversos grados de complejidad. De este modo, el «proyecto de vida» en el cual estamos insertos, se va transformando en el rector de nuestra vida que puede alcanzar el status de ley de vida.
Un proyecto de vida implica poseer, consciente o no, concepciones filosóficas y religiosas, además de objetivos respecto a lo que será mi trabajo, mi posición en la sociedad, mi familia, mi salud, incluso mis pasatiempos.
Los logros que se irán alcanzando de este proyecto marcarán mis realizaciones o frustraciones. Por ello resulta muy difícil, para muchos, cambiar algún aspecto del proyecto de vida y cuando se ven obstáculos insalvables, se pueden observar actos irracionales, o bien, el hundimiento en el pozo de la frustración.
El objetivo final de los proyectos es alcanzar la realización personal y con ello, la felicidad.
Siendo un tema ineludible para cada uno de nosotros, un tema que incluye y afecta a nuestra salud mental, espiritual e incluso física, es que les invito a considerar la perspectiva desde la cual Dios enfoca este tema. Nuestro acercamiento lo haremos a partir de la vida de un joven varón que ya tenía su proyecto de vida armado y en pleno desarrollo.
- Un proyecto de vida ideal
- Un proyecto de vida en crisis
- Un proyecto de vida recreado
Conclusión
El proyecto de vida de Pablo, de Moisés, de Abraham, de Mateo, de Zaqueo, de Pedro, y muchos otros que tuvieron encuentros con Cristo, experimentaron crisis tan grandes, que tuvieron que ser renovados, no reformados, sino que totalmente recreados.
¿Cuál es tu proyecto de vida? ¿Has considerado cómo recibe Dios la gloria por medio de él? ¿Tiene tu proyecto de vida el visto bueno del Supremo Creador? ¿Cuánto has orado y buscado para configurarlo? ¿Has dicho al Señor: «sea hecha tu voluntad en todo»? ¿Requerirá sólo de algunos ajustes o de una renovación total?
La palabra de Dios no es el complemento, no es lo que se consulta para tener sólo una idea o satisfacer la conciencia o completar un estudio, ella debe ser la base, la piedra fundamental de todo proyecto de vida. No hacerlo así, es fracasar desde antes de comenzar.
No te asustes cuando Dios cambia tu «Proyecto», pues cuando eso sucede, por fin estás encontrando el plano y guía correcto para tu vida, es más, busca con perseverancia el proyecto de vida que él ha preparado para ti desde antes de la fundación del mundo. En su desarrollo, encontrarás la realización, tu razón de ser, y la tan ansiada felicidad. Identifícate con David cuando escribe: «Jehová cumplirá su propósito en mí…» Salmo 138:8a y con Moisés cuando pide: «Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría.» Salmo 90:12