Pasaje bíblico: Salmo 103:15-18
Introducción.
En el día de hoy nos encontramos celebrando 34 años de vida de nuestra Iglesia. Sin duda alguna, podríamos relatar muchos acontecimientos que han sucedido con el paso de estos años, los que han sido de gran bendición para nuestras vidas. Todos, en el día de hoy, de una u otra manera, podríamos aportar contando nuestras experiencias.
A propósito de lo anterior, en esta oportunidad quiero invitarles a ver una parte del bello Salmo 103, la que nos llevara a meditar en uno de los tantos beneficios que hemos experimentado en nuestra vida como creyentes.
Una de las grandes razones por la que los redimidos amamos los salmos, es porque en ellos encontramos palabras hermosas que expresan muy bien lo que los conversos sentimos, y que muchas veces, no tenemos como expresarlo.
Algunos han descrito el salmo 103, como una de las mejores o más bellas flores en el árbol de la fe.
Los invito a recorrer parte de este salmo y ver dos aspectos que confirman el llamado que hace el salmista en el versículo uno.
I. LO PASAJERO DEL HOMBRE Salmo 103:15, 16
II. LO ETERNO DE DIOS Salmo 103:17, 18
Conclusión.
No hay duda alguna de nuestra condición, la Biblia lo afirma y la vida lo confirma: somos como la flor del campo que describe el Salmo, de cortos días, y como la sombra, como lo describe Job, o tan solo neblina, o simplemente vapor, como lo afirma Santiago. Somos pequeños y débiles.
Pero tenemos un Dios grande y poderoso, que conoce muy bien nuestra condición, que se compadece de nuestra debilidad, así como un padre se compadece de sus hijos. Un Padre que se digna a mirarnos y auxiliarnos a pesar de lo pequeño que somos ante Él.
Su gran e incomprensible misericordia, obra a nuestro favor, esa misericordia que va desde la eternidad a la eternidad sobre los que le temen. Esa misericordia que es capaz de dar eternos días a mi corta vida aquí en la tierra. Esa misericordia que me permitirá vivir eternamente en su presencia.
Sin duda, mi vida es muy corta e inestable, depende exclusivamente de cuantos días quiera agregar el Señor. No obstante, no tengo ninguna duda que puedo exclamar con toda seguridad lo que expresa el apóstol Pablo en Romanos 8:38-39. Sin duda hermanos, tenemos mucho que celebrar y mucho que agradecer a nuestro Dios.