Queridos hermanos:
El apóstol Pablo les recuerda a los hermanos de Filipos: «Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;» (Filipenses 3: 20).
Con cuánto esmero, esfuerzo y aún fuertes sumas de dinero muchas personas logran ser ciudadanos de naciones que consideran mejores que aquella en la que nacieron. Nosotros, los redimidos, debemos dar gracias en forma constante por haber sido beneficiados, en forma totalmente gratuita, con la mejor de las ciudadanías que pudiera desearse: la ciudadanía celestial. Es un hecho tan maravilloso que apenas lo alcanzamos a comprender. Alegrémonos y demos gracias por tan grande privilegio otorgado solo por «gracia».
Pastor Sergio Oschilewski Malinowski
Iglesia Bíblica Las Condes
Lectura Bíblica
Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Hechos 2: 36-42
Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
Introducción
En la lectura realizada, el autor nos narra el principio de la Iglesia después de su nacimiento luego de la llegada del Espíritu Santo en tiempos de pentecostés.
Todo el contexto de la lectura está bajo el alero del primer sermón del apóstol Pedro que se nos relata a partir de Hechos 2: 14. En la porción seleccionada, podemos ver las últimas palabras de ese discurso donde Pedro llama al arrepentimiento por el rechazo a Cristo y, luego, el autor nos pasa a narrar los primeros frutos de la iglesia nacida en Jerusalén.
Lucas nos dice que se añadieron ese día como tres mil personas, como lo señala el versículo 41, y el versículo siguiente nos habla de cómo se conducía esa iglesia.
En seguida, el autor nos señala cuatro elementos de la iglesia nacida en Pentecostés, pero la pregunta para hoy es: ¿esos elementos eran necesarios solo en el nacimiento de la iglesia? ¿siguen vigentes esas necesidades hoy?
A decir verdad, son cuatro elementos fundamentales y esenciales para el progreso de una iglesia. Podemos decirlo de otra manera: son cuatro síntomas de una iglesia que goza de buena salud.
Algunas personas se preguntan ¿cómo debería ser una iglesia?, creo que aquí, con estas cuatro prácticas podemos dar respuesta a esa pregunta.
Veamos algunos aspectos de esos cuatro elementos que nos señala el versículo 42 de nuestra lectura, destacando antes una idea que los precede.
- La perseverancia de los primeros creyentes.
- La doctrina de los apóstoles.
- La comunión.
- En la Cena del Señor.
- Oración.
Conclusión
En el principio de la iglesia, esta necesitó de cuatro cosas fundamentales para crecer y no solamente eso, para perseverar en el Señor: conocimiento de las Escrituras, comunión entre ellas, recordar la cena del Señor y la oración. Cuatro elementos que han acompañado a la iglesia a través de toda su historia y que la han mantenido firme en Cristo.
Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
Hechos 2: 42
El versículo es un bellísimo retrato de lo que es y debe ser la vida íntima en la iglesia. Esos cuatro elementos fueron más importantes para el crecimiento de la iglesia que las señales que se dieron en los inicios de esta. Las señales pasaron, pero estos cuatro elementos siguen vigentes.
Que nuestro amado Dios nos ayude a perseverar también a nosotros en el conocimiento de Dios, la comunión mutua entre los hermanos, la Cena del Señor y con todo ánimo en la oración.
