Cita Bíblica: Hageo 1:1-11
Introducción.
El libro de Hageo constituye uno de los mensajes más cortos del Antiguo Testamento; su profecía está dada en un periodo de solo cuatro meses. Hageo significa festivo, y no tenemos mucha información de la vida del profeta, solo se le menciona en el libro de Esdras dos veces (5:1; 6:14) es uno de los profetas del tiempo post exilio, junto con Zacarías y Malaquías. A pesar de que su mensaje sea tan breve, es magistral como logra poner tanto sentido espiritual en un espacio tan reducido.
Su mensaje es directo y muy práctico, en el encontramos una enseñanza permanente para el pueblo de Dios, las que podemos resumir en las palabras de nuestro Salvador: “Buscad primeramente el reino de Dios… y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33).
Dios quiere de su pueblo una lealtad sin reservas; así, subordinado a su voluntad, lo demás lo hará Él; fielmente, cuidará de los suyos si existe obediencia a su voluntad; así se lo hace saber a través del profeta que en forma muy directa, y con un lenguaje bastante simple, amonesta severamente al pueblo.
I. LA AMONESTACIÓN (vs. 1, 2)
II. LA EXPLICACIÓN (vs. 4-11)
III. LA EXHORTACIÓN (vs. 8)
Conclusión.
El libro de Hageo es un pequeño libro de tan solo dos capítulos, que nos deja grandes enseñanzas. Su lenguaje es muy directo y claro, y cada creyente que ha buscado en él, no queda indiferente al problema que presenta, porque la mayoría de los problemas que ahí se detallan, también los podemos evidenciar en nuestras vidas.
El libro nos enseña que nuestro Dios quiere que en la lista de nuestras prioridades sea Él el primero, nuestro Dios no acepta por ningún motivo un segundo lugar, no hay excusa válida para dejar al Señor postergado en nuestras vidas.
Una adoración verdadera requiere entender quien ocupa el primer lugar en la vida, y eso va íntimamente asociado a la obediencia. No puede haber bendición si no existe obediencia. Debemos honrar a Dios con lo mejor que tengamos, él pondrá el resto.
Al estar alejado de Dios, todo aquello que nos parece dificultoso, se ve más complejo aún, resultando imposible de enfrentar. Las dificultades externas se miden por lo que hay en nuestro corazón.
Por su parte, la obediencia a Dios trae consigo: aprobación, bendición y triunfos. Las dificultades no deben ser pretexto para alejarse de Dios, sino que todo lo contrario.
“Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová.” — Hageo 1:8