“Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.” Colosenses 3:17
“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.” 1ª Corintios 10:31
Ser cristiano no es una particularidad más de una persona, como ser: comerciante, profesor, deportista, músico, ordenado, puntual, moreno, alto, saludable, buen ciudadano, etc. Ser cristiano es una vida, es una forma de ser que se manifiesta en todo lo que piensas, dices o haces. En realidad, eres un cristiano que también puede ser: dentista, padre, músico, esposo, vecino, ciudadano, etc. Cristo es el todo en la vida, es el eje y motor de nuestro existir.
Cuando la condición de cristiano es sólo una característica más de una persona, entonces, estamos frente a una persona triste, angustiada, insatisfecha, incómoda, que busca experiencias nuevas. En cambio cuando vemos a un cristiano que ha asumido su condición, lo cual equivale a decir que vive una entrega total a Dios, entonces, vemos a una persona satisfecha, radiante, que proyecta a Cristo y su mensaje con todo lo que hace, pues no concibe área de su vida en la cual su Salvador no se encuentre reinando.