Queridos hermanos en Cristo:
Es mi esperanza encontrarlos bien; teniendo la certeza de que nuestras vidas están en las manos del Señor, lo cual garantiza nuestro presente y también nuestro futuro hoy y por la eternidad.
Refiriéndose a sus ovejas, el Señor Jesucristo dice:
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos.
Juan 10: 28-30
¿Quién puede sentirse más seguro que un hijo de Dios? Notemos en el texto anterior, frases como: «nadie las arrebatará de mi mano», ¿la mano de quién? Pues la del Señor Jesucristo. Luego dice: «nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre». Es una seguridad que sobrepasa todo entendimiento. Luego, como si esto fuera poco, agrega: «Yo y el Padre uno somos» hablándonos de perfecta unidad de naturaleza y voluntad.
Entonces, la certeza de nuestro cuidado y salvación eterna tienen como fundamento la más grande e incomprensible fuerza. Por eso tiene pleno sentido animar al hermano en la fe, aun en medio de la tempestad, con un: «descansa hermano, estamos seguros».
Descansen, hermanos, estamos en las manos todopoderosas del Dios Altísimo.
Pasaje bíblico
Salmo 37: 1-17.
Introducción
El rey y poeta David dice:
Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en manera alguna a hacer lo malo. Porque los malignos serán destruidos, Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.
Salmos 37: 8-9
Antes hemos visto cómo el distanciarse de Dios da como resultados: enojo, agresividad y violencia, la cual alcanzó límites extremos en los días de Noé.
Resulta evidente que los destinatarios de este salmo son personas comprometidas con Dios. Considerando el contexto en el cual se escribió, está dirigido primeramente a Israel, pero, por extensión, también podemos aplicarlo a todos los creyentes de hoy.
Hemos comparado nuestros días con los días de Noé y hemos considerado el tremendo parecido de ambos períodos. La ira, el enojo y sus parientes cercanos: la soberbia, el escarnio, el desprecio, el desamor y la provocación, son ingredientes que vemos a diario en los medios de comunicación, así como en nuestros recorridos habituales.
En esta oportunidad, mi objetivo es apuntar, aunque superficialmente, en una de las formas que toma la ira y el enojo, particularmente en cristianos, pues es muy difícil que no seamos, en algún grado, contaminados por el ambiente opresor que genera la ira y el enojo.
La contaminación abarca desde las tensiones familiares, pasando por situaciones puntuales con algún hermano de la iglesia y concluyendo con el mismo Señor con el cual algunos terminan muy enojados.
Veamos algunos casos que nos ayudarán a entender mejor lo que trato de comunicar.
- Hombres que se sintieron con Dios.
- Por un sentimiento de culpa.
- Por la supuesta tardanza en cumplir lo prometido.
- Por la gran misericordia de Dios para con los enemigos.
- Por no recibir lo que se piensa es lo justo.
- Por las injusticias que se producen bajo el sol.
- Enojo velado.
- Muy cerca de estar enojado.
- Cinco recuerdos que sanan.
- Dios es justo.
- Dios es amor.
- Dios es omnisciente.
- Dios es omnipotente.
- A los hijos del Señor todo ayuda a bien.
Conclusión
¿Estás hoy entrampado con frustraciones y resentimientos que han escalado hasta incluir incluso a Dios? Admitámoslo, un hijo de Dios puede pasar por etapas así de oscuras, pero debe salir lo antes posible de allí, pues esto constituye una trampa, cuyo objetivo es apagar la oración, el devocional, hacer bajar los brazos y romper la armonía en la iglesia local. Si esta es tu situación, levanta tus ojos al Señor, recordando que Él: es justo, es amor, es omnisciente y es omnipotente, quien siempre procura lo mejor para ti y sus hijos que le aman.
Porque Jehová ama la rectitud, Y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados;
Salmos 37: 28a