El matrimonio y la paternidad solo funcionan correctamente cuando se toman en cuenta las instrucciones establecidas en las Sagradas Escrituras.
En Deuteronomio 6:6,7 vemos como el Señor manda a los padres a mantener una actitud de enseñanza constante respecto a Dios y Su Palabra: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán en tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.” Deut.6:6,7
La finalidad del mandato anterior es que los hijos reciban, no una carga de fría religiosidad, sino la alegría, la bendición de conocer y vivir en la buena voluntad de Dios. Tras estas palabras hay salud, protección y prosperidad; primero, salud espiritual, y con ella, salud mental, y también física.
La obediencia al mandato divino, hace que los hijos sepan, desde que toman conciencia de sí, cual es su rol en la vida, en el hogar, en la congregación y en la sociedad.
Padres, no lo olvidemos nunca, la Biblia nos responsabiliza de la formación de nuestros hijos.