Pablo plantó, Apolos regó, y yo ¿qué haré?

Cita Bíblica: 1ª Corintios 3:5-8

Introducción: La Epístola a los Corintios es, sin duda, una porción de las Escrituras donde encontramos un gran trozo de la historia de la Iglesia.
Hoy en día decimos que las grandes ciudades hacen difícil la vida de la iglesia local, sin embargo, quiero decirles que las dificultades que tenía la iglesia en Corinto, por estar asentada en esa importante ciudad, son muy superiores a lo que hoy podemos tener, aunque vamos a pasos agigantados hacia ellos. Es cosa de revisar la historia para entender lo que estoy diciendo. La ciudad de Corinto era de una moral extremadamente baja.
Esta es una epístola muy necesaria para las actuales iglesias, podemos aprender mucho de sus problemas. En ella, vemos: sus divisiones, el culto a los líderes, la inmoralidad, los pleitos dentro de la iglesia, los problemas matrimoniales, los problemas que se suscitaron con los dones, y otros. En esta carta encontramos al apóstol Pablo, enfrentando y dando solución a esas trabas dentro de la Obra.
Los corintios no tenían la Biblia completa, y, es posible, que muchos de ellos no llegaron a ver la totalidad de las Escrituras que había, incluso, en ese tiempo. Nosotros sí las tenemos, no solo para conocer de doctrina y conocer lo que pasaba en las primeras congregaciones, sino para poder corregir muchos errores que hoy todavía existen.
Consideremos cuatro enseñanzas, cuyo conocimiento y práctica, evitan o corrigen muchos errores:

I- UNA SOLA OBRA

II- DIFERENTES OFICIOS

III- DIFERENTES RECOMPENSAS

IV- UNA SOLA CUENTA

Conclusión: Hermanos, estamos puestos para servir en la más sublime de las obras, y no es otra que la Obra de nuestro Salvador; no hay espacio para celos o contiendas entre los creyentes y así lo aclara el apóstol Pablo. No son importantes los nombres en esta obra, lo que es importante es el trabajo que podemos desarrollar en armonía, en un mismo sentir, en un mismo espíritu.
Cada uno de nosotros está equipado por el mismo Dios, para desarrollar la tarea que se nos ha encomendado. Todos, desde el más humilde al más sabio de los creyentes, son necesarios para llevar adelante la Obra de Cristo, nadie sobra. El trabajo a veces, parece pesado e incomprendido por el mundo, y hasta por algunos hermanos, pero Dios, quien miera la actitud de nuestro corazón, nos tiene reservada una recompensa, la que dará a cada creyente en su tiempo. No olvidemos también, que tendremos que dar cuenta por cada cosa que hagamos mal o dejemos de hacer, no a una iglesia o institución, sino que a Dios.
Roguemos y trabajemos para que nuestra obra sea encontrada aceptable a sus ojos.

Predicador

Hermano Julio Salvador Álamo

Fecha

7 de junio de 2015

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