Muy apreciados hermanos:
Jesús dijo:
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
Mateo 11: 28
Esta invitación de amor del Señor Jesucristo se aplica principalmente a aquellos que necesitan reconocer a Cristo como su salvador; considerando las «cargas» como los bultos que el pecado ha acumulado sobre los hombros de la humanidad caída; y esto es correcto. Sin embargo, por extensión esta invitación también puede ser tomada por todos los cristianos que, a pesar de haber sido redimidos por Cristo, aún se mantienen en «trabajos» y llevan «cargas» para las cuales el Señor proveyó redención en la Cruz del Calvario y que, por lo tanto, ya no deberían llevar: dudas, vicios, culpas, malas tendencias, desidia, problemas de carácter, una lengua indomable, impaciencia cuando se trata de esperar en Dios, problemas de personalidad, desinterés por la obra del Señor, apatía por escudriñar las Escrituras, desamor por los hermanos, cicatrices de la antigua vida, etcétera.
¿Te identificas con alguna de esas cargas o tienes otras? ¿Eres una persona que, habiendo sido salvada, todavía necesita ser liberada de «trabajos» y «cargas» que ya no debería llevar? Si es así, te aseguro que el Señor Jesús desea realizar ese trabajo de descarga, de liberación, en ti.
Te invito a acudir al Padre y clamar de todo corazón, reconociendo tus cargas y ataduras, pidiendo perdón por llevarlas aún y pedir la total liberación de ellas.
Pastor Sergio Oschilewski Malinowski
Iglesia Bíblica Las Condes
Lectura Bíblica
2ª Tesalonicenses 2: 13-17.
Introducción
Una verdad que normalmente no acabamos de asimilar, aún durante nuestra vida como redimidos, es la tremenda verdad de que hemos sido adoptados por Dios y con ello transformados en sus hijos.
El apóstol Juan nos dice: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;» (Juan 1: 12), lo cual sigue afirmando con toda sencillez y claridad en su primera carta: «Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.» (1ª Juan 3: 2-3).
Por la esperanza y el gran consuelo contenidos en esta gran realidad es que hoy les quiero invitar a meditar en algunos aspectos que serán de gran bendición para todo aquel que los incorpore a su vida.
- «Hechos hijos de Dios» (Juan 1: 12b).
- Dos aclaraciones importantes.
- Una adopción íntima y planificada.
- Un proceso de aprendizaje y asimilación.
- Padre de esperanza (Romanos 15: 13).
- Padre de toda consolación (2ª Corintios 1: 3).
Conclusión
La reflexión bíblica de hoy ha tenido como meta el que conozcamos un poco más a nuestro sublime Padre con tal que estrechemos nuestra relación con él, quien nos es presentado como: «Dios mi consolador» y «Dios mi esperanza», dos facetas que nos ayudan a conocerlo, amarlo y apoyarnos de forma más efectiva en él, lo que trae como consecuencia una vida cristiana más rica.
Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra.
2ª Tesalonicenses 2: 16-17