Las cicatrices que Jesús retuvo

De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.

Juan 12:24

… Horadaron mis manos y mis pies.

Salmo 22:16

… y mirarán a mí, a quien traspasaron…

Zacarías 12:10

Muchas heridas marcaron el cuerpo del Señor. Están las producidas por el látigo; las producidas por los golpes y tirones de su cuerpo; las producidas por la corona de espinas, y otras. Sin embargo, luego de su resurrección, destacan tres tipos de heridas que él quiso mantener sobre su bendito cuerpo. Me refiero a las heridas que marcaron sus manos, sus pies y su costado.

Aunque todas las heridas del Señor hablan de su amor por nosotros, se puede apreciar que algunas de ellas también destacan otras cosas.

La herida del costado nos habla particularmente del derramamiento de su sangre sobre esta tierra por amor a nosotros. Nos habla del Nuevo Pacto en su sangre. Nos habla de la Iglesia que nace de su costado herido, tal como Eva nace del costado de Adán. Aquí se ve particularmente la furia de Satán tratando de destruir, matar a su oponente profetizado en Génesis 3:15.

Están las heridas de sus manos, las que testifican del brutal rechazo del ser humano por el Gran Hacedor. Sus manos nos hablan de sus milagros, su ternura, su apoyo, su fortaleza. Por otra parte, se ve la furia del Adversario por detener las obras de Cristo, por detener el brazo fuerte que deshace sus malas obras.

Enseguida, miramos hacia sus pies. Ellos nos recuerdan de su venida a este mundo, su Encarnación, su caminar junto a la humanidad caída. Ellos nos hablan de las Buenas Nuevas, de la obra evangelizadora realizada para con la humanidad caída. Luego los encontramos horadados por los clavos. En esas heridas también podemos ver el intento del Adversario por detener toda la obra del Señor, de evitar que el plan de salvación siguiera extendiéndose por el mundo y en el tiempo.

Cada herida nos muestra la crueldad indescriptible de Satanás y del hombre que no está bajo el control de Dios. Es notorio ver cómo, hasta el día de hoy, ellos quieren detener la obra evangelizadora, cómo ellos aborrecen el hacer del cristiano, cómo ellos detestan la vida del creyente que sigue los pasos del Señor.

Luego vienen tres días durante los cuales pareciera que el Adversario había logrado detener los pies del Señor, que había logrado detener las obras de sus manos. Tres días en que muchos pensaron que nunca más se sabría de Jesús de Nazaret. Pero, al tercer día, la piedra de la tumba es removida y esos mismos pies que fueron clavados atraviesan su umbral y vemos a Cristo triunfante, quien muestra sus manos y costado marcados, y con ello demuestra que Satanás fue vencido, que la muerte fue vencida, que el pecado fue vencido y que la Obra recién comenzaba para sus seguidores, quienes se transformarían, luego en: sus pies y en sus manos aquí en la tierra.

El Hijo del Hombre salió triunfante de la tumba para reinar con la gloria que tuvo antes de la fundación del mundo. Ahora, las cicatrices son guardadas como recuerdo del triunfo eterno. Son cicatrices de victoria y poder.

Predicador

Pastor Sergio Oschilewski Malinowski

Fecha

20 de abril de 2014

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