Estimados hermanos en la fe:
Cada día que pasa, somos testigos de nuevos acontecimientos que encajan a la perfección en el cuadro profético que corresponde a los «tiempos postreros». ¿Qué nuevas cosas veremos hasta que el Señor nos llame a su presencia? No lo sé, pero sí sé con certeza, que el Señor viene pronto por su Iglesia y que no debo esperar ninguna señal nueva para que esto ocurra, pues las que tenemos son mucho más de lo que se podría esperar, ya que gran parte de ellas corresponden al escenario que se terminará de armar, después del Arrebatamiento.
Si ayer fueron importantes advertencias como: «afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca» (Santiago 5: 8b), hoy lo son mucho más aún.
Sergio Oschilewski Malinowski
Pastor Iglesia Bíblica Las Condes
Lectura Bíblica
Juan 8: 31-32.
Introducción
Cuán esperanzadora es la frase dicha por el Señor Jesucristo a quienes le seguían: «y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.» (Juan 8: 32).
Seguir al Señor Jesucristo, escuchando y atesorando su mensaje, mientras transformamos en acción sus palabras, proporciona como fruto conocer la verdad y luego ser libres por efecto de esa verdad. Es así como nos encontramos ante las respuestas que más ha buscado y sigue buscando el ser humano: ¿cuál es la verdad?, ¿qué es la libertad? y ¿cómo ser verdaderamente libres? Se trata de un tema de extrema importancia que ha preocupado y aún trastornado a multitudes de grandes pensadores durante la historia de la humanidad.
Les invito a trazar con humildad, sencillez y la imprescindible asistencia del Espíritu de Dios, este importante tema:
- Verdad.
- Libertad.
- Acciones.
Conclusión
Permítame preguntarle: ¿qué ha hecho usted con la verdad libertadora ofrecida por Dios? ¿Ha sido usted salvado por Jesús?
¡Cuán fácil lo ha hecho Dios para nosotros! Si usted aún no ha recibido la libertad ofrecida, solo tiene que extender el brazo de la fe y tomar el «don» libertador de Dios. Puede hacerlo ahora mismo, por medio de una oración sencilla y sincera. Como ejemplo, podría ser:
«Padre celestial, reconozco ante ti que soy un pecador y que necesito ser salvado y liberado de mis cargas.
Reconozco que Cristo tomó mi lugar muriendo por mí en la Cruz. Hoy recibo en mi corazón a tu hijo Jesucristo como mi Salvador, mi libertador.
Te ruego me ayudes a vivir de hoy en adelante de acuerdo con tu voluntad.
En el nombre de Jesús, Amén.»
Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.
Juan 14: 6