La necedad del yo

Amados hermanos:

¡Cuán fuerte es la corriente del mundo! ¡Cómo debemos luchar contra ella todos los días y cada vez con más fuerza! Es muy triste ver cómo los que no están firmes en el Señor, simplemente, sucumben.

Hermano, recuerda siempre lo que dice el Señor con toda claridad:

Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.

Hechos 5: 29

Muchos se defienden cuando se les enfrenta a sus pecados, diciendo: «pero si solo he hecho lo que todo el mundo hace». Obviamente la respuesta es: «por eso caíste en desgracia, pues debiste hacer lo que todo el mundo no hacía, pero que sí está escrito en la Palabra; solo se trataba de ser obediente a quien te creó».

La lucha es fuerte, pues el corazón dañado del ser humano tiende a desear y, aún, amar lo que es contrario al querer de Dios, lo cual es profusamente promovido por el mundo y los demonios. Por ello, su voluntad se inclina y finalmente doblega a la desobediencia, demostrando así que no es libre, sino un sirviente del pecado. En realidad, sin usar el poder transformador del Señor, resulta imposible hacer lo que es correcto, a lo más, alguien podría acercarse a una conducta aceptable, pero siempre estará en falta, ya sea por su fragilidad en el sentir, por la debilidad de su voluntad o por la deficiencia de su razón.

¡Resiste, hermano! El Señor siempre es claro y nos dice por medio de Pablo:

¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?

Romanos 6: 16

Pastor Sergio Oschilewski Malinowski
Iglesia Bíblica Las Condes



Lectura Bíblica

Daniel 4: 28-37.

Introducción

En la porción leída del libro de Daniel, encontramos al rey Nabucodonosor exclamando: «¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?» (Daniel 4: 30b).

Son declaraciones que evidencian a una persona con un ego muy elevado, lo que llamamos, un egocéntrico —incluso más: un ególatra—, un narcisista, una persona que se admira a sí misma. Nabucodonosor llegó a ser un hombre que se vanagloriaba y proclamaba que él era el origen de su grandeza, su poder y su riqueza.

Es interesante considerar el caso de este rey, especialmente, cuando en nuestra sociedad compartimos, cada vez más, con personas que manifiestan sus rasgos.

  1. El narcisismo.
  2. Respuesta divina.
  3. Restauración.

Conclusión

El egoísmo se encuentra en la base de muchos males: la atrofia espiritual, el debilitamiento de la iglesia a la cual se pertenece, el daño que reciben las familias e, incluso, la destrucción de una nación. El egoísmo es una enfermedad maligna que siempre empeora y que nos puede llevar al suicidio espiritual y físico.

También debemos entender que el egoísmo no tiene necesariamente un estereotipo o una imagen definida. Algunos egoístas pueden tener el aspecto que asociamos a una persona fatua y vanagloriosa, pero otros, pueden tener una gran apariencia de piedad y caridad.

Con la ayuda del Señor busquemos desprendernos de la cruel egolatría, reconociendo que todo proviene de Dios para ser usado en la glorificación de su nombre.

Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra.

Salmo 119: 67

Predicador

Pastor Sergio Oschilewski Malinowski

Fecha

28 de julio de 2024

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