Jesucristo, la propiciación por nuestros pecados, parte II

Muy apreciados hermanos:

Es notorio que, en la sociedad contemporánea, las personas tienden a evitar los compromisos solemnes en todo orden de cosas, incluyendo a la familia, lo cual conlleva a divorcios y al nacimiento de muchos hijos fuera de la unión matrimonial. Por otra parte, la iglesia local también resulta muy tocada por esta tendencia, comprobando que los compromisos son cada vez más escasos o acotados; esto trae como consecuencia que el trabajo no se pueda distribuir aún más y que la Gran Obra se resienta, cosechándose menos frutos.

Es de vital importancia, con el fin de lograr sanidad, una mayor unidad, mejor servicio y dar mayor gloria al Señor, seguir los pasos de nuestro Salvador, quien se comprometió y cumplió con la misión que tenía delante de Él hasta las últimas consecuencias, lo cual trajo consigo victoria, salud eterna a millares y abundancia de alabanzas al Señor por la eternidad.

Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.

1ª Corintios 15: 58

Sergio Oschilewski Malinowski
Pastor Iglesia Bíblica Las Condes




Lectura Bíblica

Hebreos 9: 2-12.

Introducción

El domingo pasado, consideramos la necesidad de un mediador entre Dios y el hombre. Un mediador que tuvo que tratar con un complejísimo problema que implicaba la separación eterna. Vimos que el único mediador posible era y es el Señor Jesucristo.

En aquella ocasión, revisamos cómo uno de los aspectos del gran problema, que requiere mediación, fue resuelto. El problema de una ley violada. Cristo fue el sustituto que, tomando el lugar del hombre pecador, llevó la culpa y la pena que correspondía a cada ser humano, cancelando así la deuda que el hombre tenía por haber transgredido la ley de Dios.

Ahora, cada persona que, en arrepentimiento, toma para sí el sacrificio de Cristo, pasa a ser declarado justo delante de Dios, habiendo hecha efectiva la cancelación de la deuda pendiente para sí.

Dijimos también que, además del problema legal, existe una complicación que podríamos llamar «personal», relacionada con la santidad de Dios, la cual, por causa del pecado realizado, es ofendida.

  1. La santidad de Dios ha sido ofendida.
  2. Cristo hace las paces entre Dios y el hombre arrepentido.

Conclusión

Cuando leemos la historia de la pasión y crucifixión del Señor en forma parcial, sin profundizar en el trasfondo, nos quedamos con la sensación del profundo sufrimiento del Señor y todo se enmarca en una atmósfera triste, sobria y solemne. Sin embargo, cuando escudriñamos las razones, la lógica divina, el significado personal que hay detrás de los hechos, entonces, el Cristo sufriente de los Evangelios pasa a ser el mediador, el sustituto, el factor de la justificación, el medio de la propiciación, el salvador y, más aún, se transforma en aquel que sufrió por ser mi sustituto, mi mediador, el que pagó mi deuda eterna, el que hizo todo lo necesario para que yo encuentre la paz con Dios y obtenga con ello la vida eterna.

Finalmente, la gran pregunta lógica: ¿por qué? ¿Por qué Cristo hizo eso por mí? Solo una palabra para responder: «Amor». Todo es motivado por un amor que supera con creces nuestra capacidad de comprensión.

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.

1ª Juan 4: 10

Predicador

Pastor Sergio Oschilewski Malinowski

Fecha

8 de octubre de 2023