Muy apreciados hermanos en la fe:
Cuán tranquilizadoras y estimulantes resuenan las palabras del Señor Jesús: «La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.» (Juan 14: 27).
No falta quien nos ha contado que tal o cual persona ha alcanzado una gran paz por medio de la «meditación», por medio de tranquilizantes, por medio de la autoayuda, por medio de algún «guía espiritual» (gurú) u otra práctica no contemplada en las enseñanzas bíblicas y, más aún, muchas veces, antibíblica. Ahora bien, lo que notamos, en muchos casos, es que se está confundiendo la auténtica paz con la evasión de los problemas, la auténtica paz con el bloqueo de la angustia, la auténtica paz con la insensibilización propia de la morfina, la auténtica paz con la desvalorización de los problemas o la negación de la situación inquietante.
Cristo no nos hace evadir, no nos bloquea, no nos insensibiliza, no desvaloriza ni niega los problemas o angustias. Con Cristo enfrentamos los problemas, los medimos en su exacto peso y, luego de la divina mano y con su poder, los enfrentamos y seguimos adelante encontrando una paz que nada ni nadie puede dar salvo el Señor.
Cristo se encuentra ofreciendo Su paz, «mi paz» como Él la identifica, a todo aquel que esté dispuesto a rendirle su vida y, con ello, sus ansiedades, turbaciones y miedos.
Pastor Sergio Oschilewski Malinowski
Iglesia Bíblica Las Condes
Lectura Bíblica
Respondió Job a Jehová, y dijo:
Job 42: 1-6
Yo conozco que todo lo puedes,
Y que no hay pensamiento que se esconda de ti.
¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento?
Por tanto, yo hablaba lo que no entendía;
Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía.
Oye, te ruego, y hablaré;
Te preguntaré, y tú me enseñarás.
De oídas te había oído;
Mas ahora mis ojos te ven.
Por tanto me aborrezco,
Y me arrepiento en polvo y ceniza.
Introducción
En el día de hoy, les invito a continuar escudriñando el libro de Job, varón de Dios que es puesto en el crisol de la prueba, sin que, en principio, entendiera el motivo de sus grandes dolores.
En lo que hemos visto, se pueden reconocer cuatro series de pruebas:
La primera serie implicó tres fuertes experiencias: la pérdida de sus hijos, la pérdida de sus criados y una importante parte de sus bienes. Ante lo cual, Job exclama: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.» (Job 1: 21).
Luego viene una segunda serie de pruebas, que implicó una enfermedad muy molesta y denigrante. Se suma a esto el perder el apoyo moral y también afectivo de su esposa, ante lo cual, Job responde: «¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?» (Job 2: 10b).
Enseguida, Job es probado por un periodo de silencio de parte de Dios. Un silencio que le hacer pensar que ha sido abandonado, desechado. Job llega a clamar: «Clamo a ti, y no me oyes; Me presento, y no me atiendes. Te has vuelto cruel para mí;» (Job 30: 20-21b).
En cuarto lugar, notamos el profundo y cruel desprecio que sufrió por parte de sus familiares, de sus sirvientes de mayor confianza y del pueblo que antes lo admiraba y respetaba. En un momento Job exclama: «Hizo alejar de mí a mis hermanos, Y mis conocidos como extraños se apartaron de mí. Mis parientes se detuvieron, Y mis conocidos se olvidaron de mí.» (Job 19: 13-14).
En medio de todo este dolor físico, psicológico y moral, Job nos dice algo maravilloso: «Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios; Al cual veré por mí mismo, Y mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.» (Job 19: 25-27). Job sabe y descansa en un hecho que no cambiaría, sucediera lo que sucediera: algún día él estaría con Dios a quien vería con sus propios ojos.
En nuestra incursión anterior a la vida de Job, le dejamos quejándose profundamente frente a un grupo de consoladores que le eran fieles y habían venido a verle.
- Los amigos de Job responden (Job 4: 1-40).
- Algo nuevo sobre Job (Job 27: 6; 29: 14; 31: 6).
- Job recibe respuestas (Job 32: 1-5).
- Respuestas de Eliú (Job 33: 8 – 37: 24).
- Respuestas de Dios (Job 38: 1 – 41: 34).
- Conclusión de Job (Job 42: 1-6).
- Término de la prueba (Job 42: 10-17).
Conclusión
Al finalizar esta tercera incursión en el libro de Job, notamos que esta joya ha sido preservada divinamente por milenios con la finalidad de que comprendamos las graves faltas que puede mantener aún un hombre descrito como «perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.» (Job 1: 1b); y cómo Dios se preocupa de purificar a su amado siervo, aunque para lograrlo tenga que hacerlo pasar por experiencias que, en principio, pueden parecer inexplicables.
Les motivo a agradecer por tres elementos sublimes que hoy poseemos para nuestro diario desarrollo y crecimiento, me refiero a: el sublime mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien ya realizó todo lo necesario para tener diaria llegada hasta el trono de la gracia; el Espíritu Santo, quien nos guía en el día a día; y el libro que Él inspiró e ilumina para su comprensión, «las Sagradas Escrituras», que contienen todo lo que necesitamos para saber la voluntad de Dios actuando como un espejo para notar en nosotros cualquier mancha.
Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.
Hebreos 12: 5b-6