Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo restauró a Jerusalén, a su reino. Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios.
2ª Crónicas 33:13
Cita Bíblica: 2ª Crónicas 33:1-10
Introducción.
El rey Manasés gobernó más que todos los reyes de Judá e Israel. Fue hijo del gran y piadoso rey Ezequías. Su nacimiento se produjo durante los quince años que agrego Dios a la vida su padre.
Comenzó a reinar a los doce años, y por lo descrito en nuestra lectura, vemos que es catalogado como un mal rey, a pesar de haber tenido un padre piadoso y conocido como un gran reformador. En sus primeros años de reinado, Manasés destruyó rápidamente los avances espirituales que su progenitor había logrado, y condujo al pueblo a una abierta apostasía, abandonando rápidamente los mandamientos de Dios. Las Escrituras no ocultan nada de lo que fue e hizo.
La lectura de hoy abarca solo una parte de su vida y reinado, comenzando con una descripción de lo que fue su maldad.
I. SU MALDAD (2ª Cr. 33:1-10)
II. SU HUMILLACIÓN (2ª Cr. 33:11, 12)
III. SU RESTAURACIÓN (2ª Cr. 33:13)
Conclusión.
Son muchas las cosas que la Biblia nos enseña a través de la vida de Manasés. Primeramente, nos muestra, sin ocultar nada, su maldad, que resultó ser extrema, especialmente al desafiar abiertamente a Dios, poniendo ídolos en su casa, y sacrificar a su propio hijo a los dioses falsos. Luego, nos muestra que cuando hay un corazón arrepentido y humillado, Dios, perdona y puede, a pesar de los muchos pecados anteriores, manifestar Su preciosa gracia.
La narración de la vida de este rey, también nos muestra:
– La extrema paciencia de Dios, y nos da una muestra de lo que el Señor persigue: el que todos los hombres sean salvos y lleguen a conocer la verdad.
– Lo malo que puede llegar a ser un hombre sin Dios y el cambio que experimenta al conocer y reconocer al Señor como tal, arrepintiéndose con un corazón totalmente quebrado.
– Lo que a veces utiliza Dios para que seamos capaces de humillarnos ante Él y rogar por su perdón. A veces tiene que hacernos pasar por cosas que serian impensable para nosotros. En su soberbia, Manasés nunca pensó que acabaría en una cárcel de Babilonia, pero hay veces en que el hombre necesita eso y mucho más, para reconocer el rostro de Dios.
– Lo primero que necesita el hombre para comenzar su restauración, es un encuentro cara a cara con Dios. No hay un nuevo comienzo posible sin una experiencia profunda con Dios.
La ultima enseñanza que quiero destacar es que, a pesar de que Dios puede perdonar infinidad de pecados, no quiere que olvidemos que estos traerán consecuencias y debemos ser capaces de aceptarlas.
“Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo restauró a Jerusalén, a su reino. Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios.” —2ª Crónicas 33:13.