Cita Bíblica: Romanos 8:18-25
Introducción: Es muy común que al término de un año, uno realice un análisis de cómo fue el periodo concluido: ¿cumplí o no cumplí lo que tenía establecido hacer o alcanzar, para este año? Las personas lo hacen, las familias las instituciones, los países y el mundo entero, de alguna manera se hacen las mismas preguntas: ¿se cumplió lo planificado? ¿Qué porcentaje de lo planificado alcancé? ¿En qué fallé, que faltó? o bien ¿Como alcance a cumplir las metas, que hice para lograrlas?
Esto se repite año tras año y se observa con mucha claridad cuando uno ve los medios de información, donde se entrevista, por lo general, a personas importantes del país y se les pregunta, o se les invita a hacer un análisis del año que esta partiendo. Pero, a la vez se les consulta sobre lo que esperan de este nuevo año que comienza; sus deseos y sueños.
Los creyentes también planificamos nuestras actividades para un año, y pedimos al Señor que nos acompañe en ellas. Aunque, hay que admitirlo con vergüenza, a veces planificamos solos y dejamos a Dios lejos, y después le encomendamos lo que nosotros planificamos.
Hoy los quiero a invitar a que planifiquemos, no solo este año, sino que el resto de nuestras vidas, en base a una gran esperanza que aguarda al creyente. A veces no logramos ver lo que tenemos y esperamos, porque los tiempos que vivimos están llenos de dificultades y distractores.
En la porción bíblica leída, el apóstol Pablo nos habla de un presente y un futuro y nos instruye cómo enfrentar ese presente en base a un futuro. Pablo no esquiva los problemas que puedan haber hoy, incluso empieza hablando de las aflicciones del tiempo presente. Veamos que nos dice.
I. LA AFLICCIÓN PRESENTE
II. LA GLORIA VENIDERA
III. UNA ESPERANZA CIERTA
Conclusión: No desmayemos, ¿hay dificultades en el tiempo presente? por supuesto que las hay. Enfermedades, peligros, burlas. Vivimos en un mundo degradado por el pecado, toda la creación está sufriendo y espera ese día de liberación. Nosotros no somos la excepción, ya alcanzamos la salvación por medio de la Cruz de Cristo; pero aun aguardamos ese día definitivo de redención, donde nuestro cuerpo corruptible será transformado en un cuerpo incorruptible, libre del pecado.
No perdamos las perspectivas, fijemos nuestra mirada en ese maravilloso y glorioso día, un día lleno de bendiciones, el comienzo de la eternidad, el comienzo de nuestra vida definitiva con Cristo. La mirada puesta en ese día nos debe llevar a soportar cualquier dificultad del presente tiempo, y es una gran motivación para nuestra vida diaria.
Aguardemos con paciencia, fortaleza y perseverancia. Fijemos la mirada en nuestro Salvador.