Muy estimados hermanos en la fe:
Confío en que se encuentren muy bien y confiando en el amor y poder de nuestro Señor. En esta ocasión, les invito a reflexionar en la cuarta parte del tema que trata sobre las conspiraciones sufridas por la Creación y, particularmente, los temerosos del Señor en todos los tiempos.
Una de las riquezas de este tema, es que nos demuestra que siempre nuestro Dios prevalece, así como sus proyectos; con lo que nos proporciona fortaleza y confianza, aunque las circunstancias no se vean, humanamente hablando, prometedoras.
Recordemos en forma constante las palabras del salmista cuando dice:
Jehová está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.
Salmos 118: 6
Lectura bíblica
Salmos 2.
Introducción
Siguiendo el hilo del juego conspirativo desde que hay hombre sobre la tierra, el domingo pasado consideramos cómo se ha usado la infiltración (o los contaminantes) como instrumento para lograr daños específicos en la Obra del Señor. Al concluir la reflexión, dejamos expuesta una nueva arista de este tema que, aunque oscuro, demuestra sobre todo que el Señor es vencedor de vencedores.
- Conspiraciones del presente.
- Persecución cruenta de los creyentes (domingo pasado).
- Infiltración (domingo pasado).
- El regreso de la agresión imperial.
- Conspiraciones del futuro.
- Antes del Milenio.
- Después del Milenio (domingo próximo).
Conclusión
El apóstol Pablo advierte:
Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio.
2ª Tesalonicenses 2: 7
Sin duda que los cristianos y, por lo mismo, la Iglesia, es lo que más irrita a los conspiradores, pues el Espíritu Santo que mora en nosotros y las oraciones de los redimidos, constituyen verdaderos diques que evitan que el misterio de iniquidad, que ya está en acción, pueda desarrollarse en plenitud. Hermanos, oremos y velemos con tal de seguir cumpliendo esta parte de nuestra misión que consiste en retardar la consumación de los proyectos de los adversarios de Dios, y así seguir pregonando el mensaje de salvación que aún es ofrecido a la humanidad.
¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.
Apocalipsis 22: 7