Cita Bíblica: Salmo 119:41-48.
Introducción.
El salmo 119 tiene muchas particularidades: es el más largo de la Biblia; está dividido en 22 secciones que corresponden, cada una, a una letra del alfabeto hebreo, a su vez, cada sección está dividida en ocho versículos que completan un total de 176, y no conocemos a su autor.
Hay mucho que analizar en este salmo y ricas enseñanzas que sacar. Hay una cosa que llama poderosamente la atención, esa es, el amor y la pasión que siente el autor por la Palabra de Dios y la cercanía que él nos muestra con su Creador. Pareciera que el Salmo esta hecho, punto por punto, en forma meticulosa, durante largas y silenciosas horas de meditar profundamente en el tema. Se reconoce una gran dedicación y amor por las cosas de Dios y sus dichos. El tema principal, o el único tema, es la Palabra de Dios, pero también, entre otras cosas, podemos ver el corazón de este hombre, derramado delante de Dios, con la pasión que debiera tener cada creyente.
El autor hace algunas promesas a Dios; quiero invitarlos a ver solo algunas de ellas, son compromisos que nos deben llevar a cuestionarnos, que tan cercano estamos a lo que él dice, o si en algo me puedo identificar con él, en la pasión que siente por Dios y su Palabra.
- GUARDAR (v.44)
- BUSCAR (v.45)
- HABLAR (v.46)
Conclusión.
La pasión del salmista es a lo que todo creyente debiera aspirar, por lo que resulta saludable hacerse las siguientes preguntas: ¿Qué tan cercano estoy a él?, más bien la pregunta debiera ser, ¿Qué tan cercano estoy a Dios?, ¿Qué pasa en mí, que en muchas ocasiones no siento por su Palabra, la pasión y el amor que debiera?, ¿Está en mí el interés de guardar, buscar y también hablar de las cosas de Dios?, ¿Está en mí el interés por descubrir el tesoro que descubrió el salmista?
Es posible que la respuesta principal la encontremos en algo tan fundamental, como es el aprecio y valorización de las misericordias de Dios; empezando por la primera de ellas: la salvación. A veces, no es necesario hablar ni pensar mucho, solo considerar este pensamiento y meditarlo cara a cara con Dios. Cuando uno se sincera con Él, de seguro descubre el tesoro que amó y por el cual se apasionó el autor del Salmo.
“…tus testimonios son mis delicias y mis consejeros.”
Salmo 119: 24