Cita Bíblica: Éxodo 30:1-10
Introducción.
En el salmo 84 encontramos a un peregrino viajando hacia Jerusalén a participar de alguna de las fiestas solemnes que implicaban ir al Templo; se trata de una persona fascinada con la idea de estar en ese lugar donde Dios se manifestaba a su pueblo en forma tan especial. Entre sus hermosos pensamientos, dice: «Aun el gorrión halla casa, Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos, Cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío, y Dios mío.» (v.3).
Hace unos domingos hablamos de un altar que había en el patio del Templo, el Altar de Bronce, sin embargo el salmista menciona «tus altares» ¿Por qué el plural?, pues, porque efectivamente, en el Templo habían dos altares, pero con fines muy diferentes: el Altar de Bronce y el Altar de Oro. Ambos altares estaban en el corazón de este peregrino, quien sabía muy bien de su significado.
En esta oportunidad les quiero invitar a considerar este altar, un altar escondido de la vista del pueblo, un altar que se encontraba en el interior del Tabernáculo, no en su atrio.
- EL ALTAR DE ORO Y SU FUNCIÓN (Éxodo 30:1-6)
- SU SIGNIFICADO (Éxodo 30:7-10)
- La intercesión presente y continua de Cristo a favor de los redimidos.
- La oración de los redimidos en el nombre de Cristo.
- EL INCIENSO (Éxodo 30:7-9; 34-38)
Conclusión.
Este es un momento para agradecer a Dios por el significado de los dos altares. Damos gracias al Señor por ese altar de bronce, que simboliza lo que fue mi salvación por medio de la cruz del Calvario, y damos gracias al Señor por ese altar de oro y el incienso quemado, que representan la intercesión presente y constante de Cristo a favor nuestro, así como nuestra oración en el nombre de Cristo.
Aquí cabe una pregunta: ¿Qué lugar ocupa la oración en nuestras vidas? ¿Es ella el centro de nuestro actuar?
por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.
Hebreos 7:25
Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.
Hebreos 13:15