Cita Bíblica: Lucas 6:46-49
Introducción.
Las enseñanzas de Cristo se caracterizan por ser muy claras y directas, él habló a una gran audiencia compuesta de diferentes personas de diversas condiciones. Habitualmente, ocupó ejemplos muy simples y de la vida diaria para apoyar sus ideas; no obstante, en sus ejemplos simples, encontramos mucha más profundidad de la que a simple vista se puede observar.
Normalmente, se dice que ningún sermón debe terminar sin hacerse una aplicación dirigida a las conciencias de los oyentes, y el pasaje que se leyó es un ejemplo de ello; esta porción es la conclusión de uno de los discursos más importantes de Jesús.
Aquí encontramos claras advertencias contra la falsa profesión o los falsos adeptos; y contra la indolencia o indiferencia ante la palabra de Dios.
La parábola de hoy es conocida como la de los dos constructores y los dos cimientos, también como las dos casas y sus cimientos; los invito a ver qué enseñanza y aplicación hay en las palabras de nuestro Salvador.
- VENIR
- OÍR
- HACER
Conclusión.
Cristo a través de esta clara exposición, nuevamente nos explica que solo hay dos alternativas para el hombre, construir sobre la arena o sobre la roca. Una construcción es frágil y caerá cuando vengan las tormentas o suban los ríos, la otra, por su parte, permanecerá bajo cualquier circunstancia.
Dos construcciones iguales en apariencia, pero con cimientos muy diferentes. También dos constructores, los dos acudieron al gran constructor, los dos escucharon las mismas instrucciones, los dos edificaron con los mismos materiales; pero, solo uno construyó de acuerdo a lo que Jesús dijo.
La casa sobre la roca resistió al ímpetu de la naturaleza, la otra cayó y su ruina fue grande, solo nos queda preguntarnos: ¿Con cuál constructor me identifico yo? Con el que edificó sobre arena o con el que cavó y ahondó hasta llegar a la roca?, o también me podría preguntar ¿Semejante a quién me considerará Cristo?
Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
Santiago 1:22