¿Qué impide que yo sea bautizado?

Cita Bíblica: Hechos 8:34-38

Introducción: El bautismo es una de las dos ordenanzas dadas por Cristo a la iglesia, la otra es la “cena del Señor.” El mismo Señor, en Mateo 28:19 dice: Por tanto id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre Del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

En el pasaje que leímos con anterioridad, encontramos un ejemplo claro y gráfico de lo que es el bautismo, ahí vemos lo que se requiere para ser bautizado, lo que se necesita entender y creer para dar este importante paso.

En este pasaje del libro de los Hechos, participan dos personajes principales, los que mantienen un rico diálogo: un etíope y el diácono Felipe. Ellos eran desconocidos entre sí, y solo hay un tema central: las Escrituras. Vemos que uno de ellos, el Etíope, hace una petición a Felipe y de ahí comienza un diálogo que termina en el bautismo de este extranjero.

¿Qué le pidió el etíope a Felipe?

I) UNA PETICIÓN
Avanzando por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, nos encontramos con el funcionario etíope que leía en alta voz una porción de “las Escrituras.” Felipe le oye (Hechos 8:30) y le pregunta si entiende lo que estaba leyendo, a lo que él replica que no, pues requiere que alguien le enseñe. Luego le pide a Felipe que suba al carro para que le explique.

II) UNA DECLARACIÓN
Posteriormente tenemos una tremenda declaración por parte del funcionario etíope: “Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.” (v.37b). Esta declaración es el corazón mismo de nuestra lectura. Este reconocimiento, es la confirmación hecha con sus propios labios, de que sí entendió y sí creyó en su corazón. (vs. 36-37). Esto implica que aceptó a Cristo como la solución dada por Dios para su problema espiritual; reconoció a Cristo como hijo de Dios y reconoció que Cristo era su Salvador.

Conclusión: El evangelio de Jesús, consiste, simplemente, en las buenas noticias que nos vino a dar. Cumpliendo el plan divino, Cristo se hizo carne para solucionar el gran problema del hombre. Sus sufrimientos, que implican la cruenta muerte en la Cruz, nos permiten acercarnos por intermedio de Él al Padre.

El amor de Dios es tan grande que entregó a su propio hijo, para poder darnos la vida eterna. La salvación es el producto de su gran misericordia y no de nuestras obras. Cristo ya ha completado todo el camino que te puede llevar al Cielo y, por ende, a la eternidad.

Ahora es el turno de cada uno tomar la decisión sobre qué camino seguir: el propio o el de Cristo. La decisión es personal: tú y Cristo a solas. El etíope entendió y declaró: Creo que Jesucristo es el hijo de Dios.

Las personas que hoy se bautizan ya transitan por un camino, y por cierto que es el mismo que tomo el etíope, como ellos mismos lo han declarado.

¿Qué camino tomarás tú?

Predicador

Hermano Julio Salvador Álamo

Fecha

3 de mayo de 2015

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