Para los que le aman

Cita Bíblica: 1ª Corintios 2:6-16

Introducción:
La ciudad de Corinto era, y es, parte de Grecia; estaba situada a unos 90 kilómetros al oeste de Atenas. Tenía una posición estratégica, por lo tanto, la ciudad dominaba las rutas terrestres, y además, era un puerto. Era una ciudad que tenía un gran comercio y una gran población; llegó, en alguna oportunidad, a tener 300.000 personas libres, más 460.000 esclavos. Además, siempre se encontraba un gran número de personas que estaban de paso.

Era una ciudad muy próspera, pero la ciudad tenía dos caras; junto a sus riquezas, albergaba muchas cosas malas. Corinto era también muy conocida por la depravación que ahí existía. Poseía el gran templo pagano de Afrodita que tenía aproximadamente 1.000 sacerdotisas, que no eran precisamente mujeres santas.

Corinto llego a ser sinónimo de lujo y riqueza, pero no solo de eso, sino que también, de borrachera, libertinaje y degradación moral.

En esa ciudad encontramos a la iglesia que recibe estas cartas de la pluma de Pablo, la iglesia no estaba exenta de problemas, y se veía infiltrada con las costumbres de la ciudad. En esta iglesia hay divisiones, problemas matrimoniales, inmoralidad, un culto a los líderes, incluso, problemas con la Cena del Señor.

El tema principal de la carta, trata de cómo corregir a una iglesia mundana y carnal, que se toma a la ligera las cosas de Dios. En buenas cuentas, el mundo estaba dentro de la iglesia.

Pablo escribe para corregir esos errores, y entre las bases que establece, está la gran importancia del Espíritu Santo para comprender lo que son las cosas de Dios. Comienza diciendo que el mensaje entregado por ellos, no fue un mensaje que ellos descubrieron por sí solos, ni por su propio conocimiento, ni estudio personal, o por la capacidad intelectual que poseían. Pablo aclara que el mensaje que les predicó es uno que le fue revelado por el mismo Espíritu Santo. Este mensaje tiene tres características:

I. UN MENSAJE RECIBIDO (Revelado por el E.S.)
II. UN MENSAJE TRANSMITIDO (Inspirado por el E.S.)
III. UN MENSAJE ENTENDIDO (Iluminado por el E.S.)

Conclusión:
A veces me pregunto cómo llegué a comprender la cruz de Cristo, y le doy vueltas y vueltas en mi cabeza. La respuesta es que el mismo Espíritu de Dios me hizo entender. De haber seguido pensando con mi propio razonamiento, o el razonamiento del mundo, nunca hubiera alcanzado la salvación.

A menudo los creyentes queremos seguir pensando como el mundo piensa, y queremos entender las cosas bajo la lógica del hombre natural. Queremos llegar a saber más, pero es imposible, si el Espíritu no ilumina nuestro entendimiento, ya no natural, sino espiritual.

Cada día que pasa, me siento menos merecedor de la gracia de Dios, porque el Espíritu Santo que mora en el creyente, me hace entender, progresivamente, lo que significa esta gracia.

Quiero aprender, más de lo que Dios tiene para ofrecerme, quiero saber más de las preciosas verdades divinas que Dios preparo para el creyente. No quiero ser un niño, es más, pienso que Dios no quiere que sea un niño, quiere que sea maduro. Dios quiere creyentes útiles, capaces de conocer, entender y transmitir sus verdades.

Para eso nos ha entregado de Su poder, como se lo dio a Pablo, a Pedro, o Esteban. El Señor ha puesto Su Espíritu en nosotros para que lleguemos a las alturas a las que Él nos quiera llevar, no adonde nosotros queramos quedarnos o conformarnos.

Ruego al Señor que su Espíritu nos haga entender la palabra expuesta hoy.

Predicador

Hermano Julio Salvador Álamo

Fecha

23 de noviembre de 2014

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