Para el Señor con todo fervor

Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.

1 Corintios 1:18

Pasaje bíblico: Nehemías 3:1-20

Introducción

En este período, en el que reiniciamos todas las actividades de la Iglesia, me resulta muy inspirador aquel episodio narrado por Nehemías, donde nos cuenta cómo se llevó a cabo la reconstrucción del muro de Jerusalén, muro que había sido derribado y quemado en el año 586 A.C., dejando a Jerusalén desolada y expuesta.

Recordemos que el libro de Nehemías es el relato de la reconstrucción del muro de Jerusalén luego de que un grupo de judíos regresara a la devastada ciudad, bajo el mando de Nehemías, en el año 444 A.C., con el fin de realizar esta gigantesca tarea.

En esta oportunidad, quiero destacar solo dos de los innumerables aspectos asociados a esta gran obra, los cuales se refieren a la respuesta de los trabajadores en el comienzo de la construcción:

  1. Los llamados a participar en la construcción
    1. Estaban representados todos los oficios y clases sociales.
    2. Estaban representados ambos sexos.
  2. La respuesta de los llamados
    1. Los que no se presentaron.
    2. Los que trabajaron con pasión.

Conclusión

No esperemos un llamado espectacular del Señor para realizar las tareas evidentes y ya señaladas. Tu Iglesia local tiene muchas necesidades, muchos trabajos que deben ser realizados, comenzando con tu puntual asistencia a las reuniones. Pero también tu vecindario, tu colegio, tus parientes y tus amigos requieren de tu testimonio efectivo, y para darlo no se requiere de nuevos llamados.

Son cuatro las posibles respuestas:

  1. No obedecer al llamado.
  2. Obedecer al llamado y trabajar.
  3. Obedecer y realizar las tareas bien.
  4. Obedecer y realizar las tareas con excelencia.

La reconstrucción del muro de Jerusalén es un potente ejemplo del trabajo al que ya hemos sido llamados. La respuesta que Dios nos propone dar es: obedecer al llamado y luego no solo realizarlo, sino que realizarlo con excelencia.

No olvidemos que el Señor llama, el Señor capacita y el Señor lleva su Obra a buen término. Nuestra tarea es acudir al llamado y decirle: «aquí están mis manos y también todo mi corazón».

Predicador

Rodrigo Cartagena Armijo

Fecha

2 de marzo de 2014

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