No solo un día

Cita Bíblica: Ester 2:5-11

Introducción: El libro de Ester es un libro histórico que debe su nombre a la protagonista principal. El nombre de su autor es desconocido.

Encontramos en él a cuatro personajes importantes, la joven Ester, su padre Mardoqueo, el Rey y Aman, quien era un servidor de la corte. Los hechos se desarrollan en la ciudad de Susa, que era una de las tres ciudades capitales de Persia y constituía la residencia de invierno de los reyes.

Narra sobre los acontecimientos que vivieron los judíos que no regresaron a Jerusalén. Especialmente, este relato, es paralelo a los capítulos 6 y 7 de Esdras.

Alrededor de los acontecimientos asociados a Ester y Mardoqueo, encontramos muchos hechos interesantísimos de la historia universal que influyeron poderosamente en la historia de Israel. Hechos que permitieron la reconstrucción del templo en Jerusalén y el retorno de los judíos de la dispersión. En resumen, todo el trabajo descrito en los libros de Esdras y Nehemías.

En esta oportunidad, quiero centrarme en la relación de Ester y Mardoqueo, una relación padre hija, y ver algunos detalles importantes para nuestra labor de padres, que a través de este gran hombre, podemos aprender.

I) UN PADRE QUE DIRIGE (Educa)
II) UN PADRE QUE VIGILA (Acompaña)
III) UN PADRE QUE ACONSEJA (Advierte)
IV) UN PADRE RECOMPENSADO

Conclusión: Es así, como en el libro de Ester, encontramos ricas enseñanzas para los padres. Hemos visto, la relación de Ester y Mardoqueo, una relación que nos permite aprender de la necesidad de acompañar a nuestros hijos, desde la edad más temprana hasta cuando ya sean adultos.

El día del padre no está relacionado con un día en especial, está relacionado con muchos días de nuestras vidas, toda una vida, hasta que el Señor nos llame a su presencia.

Debemos ser responsables por la herencia que Dios nos ha dado, debemos ser sabios según las normas del Señor para ejercer nuestra labor. No debemos tener temor frente al rol que se nos ha dado, debemos más bien, ser temerosos de Dios en la crianza de nuestros hijos. Somos nosotros, y no otros, los llamados a ejercer esta labor. Debemos ser constantes, debemos instruir tempranamente, debemos acompañarles en cada etapa del desarrollo de sus vidas. Debemos también, saber aconsejar y advertir de cada uno de sus actos.

En la medida que nosotros ejerzamos lo que nos pide el Señor, nuestro esfuerzo será recompensado ampliamente, nuestros hijos tendrán una vida bendecida y también, los que los rodean.

Predicador

Hermano Julio Salvador Álamo

Fecha

21 de junio de 2015

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