Mi nueva vista

Cita Bíblica: 2ª Reyes 6:8-19

Introducción: En la porción de hoy, vemos parte de lo que fue el ministerio de Eliseo. Este hombre fue el sucesor de otro gran profeta, Elías. Su ministerio se desarrolló en el Reino del Norte y fue bastante extenso.

La porción que leímos nos relata del sitio que el ejército sirio hizo contra la ciudad en la que se encontraba Eliseo. Esto sucedió porque el profeta le revelaba, una y otra vez, al rey Joram, los planes del rey de Siria, quien pensaba que había sido traicionado por sus propias fuerzas. Sin embargo, le fue revelada la existencia del profeta Eliseo, quien sabía todo lo que el rey planeaba en secreto, y lo transmitía al rey de Israel. Por el motivo anterior, el rey de Siria ordenó la captura de Eliseo, para así evitar que el rey de Israel fuera advertido de sus movimientos.

Fue entonces que sucedió que el siervo de Eliseo se levanto de mañana y encontró que la ciudad estaba rodeada por un gran ejército. Este solo logró ver una parte de lo que estaba frente a sus ojos. Él solo ocupó la vista natural para ver lo que había alrededor, y por eso, no pudo ver más.

Les invito a considerar algunos aspectos que, en muchas ocasiones, nos identifican con la reacción del siervo de Eliseo.

I. LA VISTA NATURAL DEL SIERVO
La ceguera que mostraba el siervo de Eliseo no constituye algo extraño en los hombres. A menudo, el ser humano no ve más allá de lo que a simple vista puede observar, más aun, diré que muchas veces los creyentes tenemos este tipo de mirada, a menudo nuestra vista es tan natural como la de cualquier hombre no renacido.

II. LA ORACIÓN DE ELISEO
Otra gran lección que nos entrega la lectura de hoy: Eliseo no abrió los ojos de su siervo, él se lo pidió al que realmente puede abrir los ojos de los hombres. Nosotros podemos indicar, guiar, mostrar cuál es el verdad, pero no podemos abrir los ojos naturales de los hombres. Lo que sí debemos hacer, junto con mostrar la verdad, es orar al Señor Todopoderoso para que los abra.

III. LA NUEVA VISTA DEL SIERVO
El siervo de Eliseo, con la vista natural, no pudo ver absolutamente nada, solo la amenaza, pero con los ojos de la fe, llegó el remedio para ese temor. Muchas veces, nosotros también somos presa de temores, afanes y angustias. Cuando ocurra nuevamente, preguntémonos: ¿con que vista estoy mirando, solo con la que me permiten mis ojos físicos?

Conclusión: El Señor nos ha dado mucho, Cristo no vino a entregar su vida para que fuésemos salvos y luego abandonarnos. El señor está con nosotros, pertenecemos a Él, somos ciudadanos del cielo, tenemos una nueva manera de ver las cosas, por eso, podemos distinguir: a Dios mismo, su existencia, su poder y su fidelidad, entre otras.

El Señor nos ha abierto la vista para mirar las cosas de una manera distinta a la del mundo, nuestra visión es mucho más clara y amplia, porque está iluminada con la luz celestial.

La vista natural está diseñada para el “hombre natural,” no para los renacidos. Sin embargo, muchas veces nos conformamos con esa vista elemental, pero el Señor quiere que ocupemos la nueva vista que nos ha dado. Ocupando la visión natural, es imposible poder reconocer sus cosas, es imposible ver las glorias del reino, y constantemente estaremos viendo poderosos ejércitos enemigos a nuestro alrededor. Con esa actitud, nos perdemos sus maravillas, sus bendiciones.

Nuestro crecimiento depende de ocupar lo que Dios nos da para nuestro desarrollo como creyentes. Ocupemos lo que ocupó Eliseo para abrir la vista de los demás, comenzando por la propia. Oremos intensamente por ello.

Predicador

Hermano Julio Salvador Álamo

Fecha

8 de noviembre de 2015

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