La obra de Cristo en la cruz II: Propiciación

Cita Bíblica: Hebreos 9:6-15

Introducción: El domingo pasado consideramos la necesidad de un mediador entre Dios y el hombre. Un mediador que tuvo que tratar con un complejísimo problema que implicaba separación eterna. Vimos que el único mediador posible era y es el Señor Jesucristo.

En aquella ocasión revisamos como uno de los aspectos del gran problema, que requiere mediación, fue resuelto. El problema de una ley violada.

Cristo fue el sustituto que tomando el lugar del hombre pecador, llevó la culpa y la pena que correspondía a cada ser humano, cancelando así la deuda que el hombre tenía por haber transgredido la ley de Dios.

De esta manera, cada persona que, en arrepentimiento, toma para sí el sacrificio de Cristo, pasa a ser declarado justo delante de Dios, habiendo hecha efectiva la cancelación de la deuda pendiente para sí.

Dijimos también que, además del problema legal, existe una complicación que podríamos llamar, personal, relacionado con la santidad de Dios, la cual, por causa del pecado realizado, ha sido ofendida.

I. La santidad de Dios ha sido ofendida
No es solo se trata de la ruptura de una ley, con sus terribles consecuencias, sino que, como dice Juan 3:36b, «…la ira de Dios está sobre él.» Así es, una ley rota, pero no una ley cualquiera una ley que ha ofendido, la mismísima santidad de Dios.

Lo anterior, hace que el mediador tenga, no solo que solucionar un problema legal, de por sí muy complejo, sino que también tenga que apaciguar la justa ira del ofendido.

II. Cristo hace las paces entre Dios y el hombre arrepentido
La solución del problema considerado, se puede resumir en tres palabras: hacer las paces.

Cristo, como nuestro sustituto pagó por nosotros con su preciosa sangre, pero hay algo más, no sólo canceló la deuda que nos condenaba, sino que también apaciguó la ira del Padre para con nosotros. El acto descrito recibe el nombre de propiciación. En 1ª Juan 2:2. Nos aclara que Jesucristo es la propiciación y ofrenda propiciatoria por nuestros pecados.

Hasta aquí, hemos visto como dos aspectos del gran problema de la separación con Dios fueron resueltos por nuestro mediador en la Cruz del Calvario. En estricto rigor, dos aspectos inseparables.

Conclusión: Cuando leemos la historia de la pasión y crucifixión del Señor, sin entender el trasfondo, también explicado en las Escrituras, nos quedamos con la sensación del profundo sufrimiento del Señor y todo se enmarca en una atmósfera triste, sobria y solemne. Si lo vemos en el cine, donde se suma la actuación, la atmósfera, y la música, agregamos un factor extra de emoción, y también, de entretención. Sin embargo, cuando escudriñamos las razones, la lógica divina, el significado personal que hay detrás de los hechos, entonces, el Cristo sufriente de los Evangelios pasa a ser el mediador, el sustituto, el factor de la justificación, el medio de la propiciación, el salvador, y más aún, se transforma en aquel que sufrió por ser mi, mi sustituto, mi mediador, el que pagó mi deuda eterna, el que hizo todo lo necesario para que yo encuentre la paz con Dios y obtenga con ello la vida eterna.

Finalmente, la gran pregunta lógica ¿Por qué? ¿Por qué Cristo hizo eso por mí? Solo una palabra para responder: Amor. Todo es motivado por un amor que supera con creces nuestra capacidad de comprensión.

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Romanos 5:8

Predicador

Pastor Sergio Oschilewski Malinowski

Fecha

29 de marzo de 2015