Buscando los atrios de Dios

Cita bíblica: Salmos 84:1-4

Introducción:
Hace algún tiempo leí en un diario electrónico que un juzgado de policía local había aplicado una singular multa a un religioso. La sanción era por estacionar un vehículo en un lugar habilitado solo para transporte escolar. El hombre dijo que no tenía dinero para pagar la multa en efectivo que ascendía a 50.000 pesos. El hombre admitió la infracción y el juez, como penitencia, le dijo que tenía que agregar a sus plegarias habituales, por un periodo de tres meses, el rezar los salmos. No sabemos si este hombre cumplió o no ni tampoco sabemos si realmente meditó en el contenido que se le dio como penitencia.

También el artículo me pareció bien curioso, porque se destaca que realmente era una verdadera penitencia.

A mí no me parece que meditar en el libro de los Salmos sea una penitencia. Muy por el contrario, es un verdadero placer escarbar sus páginas, cada palabra es un gran tesoro encontrado.

Al meditar el salmo de nuestra lectura, nos encontramos con palabras de una dulzura extrema. Es, quizás para mí, uno de los salmos más dulces, pero no solamente hay dulzura en sus palabras, sino que grandes enseñanzas e instrucciones para los creyentes.

Aquí vemos varios anhelos o deseos del salmista y el primero que salta a la vista y se puede observar en todo el salmo, es el deseo de buscar a Dios.

  1. El deseo de buscar a Dios.
  2. El deseo de permanecer en Dios.
  3. El deseo de alabar a Dios.

Conclusión:
El buscar a Dios es una de las tareas mejor recompensadas y el permanecer en Él, la bendición más grande a la que podamos aspirar.

A su lado encontramos seguridad, alimento, protección, placer, tranquilidad y una morada eterna, no pasajera como todas las demás.

Todo lo que el creyente necesita está en Dios, el Señor no nos llamó a salvación para abandonarnos, sino que somos nosotros los que nos alejamos de Él.

La gran fuente para alabar el santo nombre de Dios descansa en la comunión con Él.

Muchas veces no hay ganas de adorar a Dios. Pregúntese, entonces: ¿cómo está mi comunión con Dios?

Predicador

Hermano Julio Salvador Álamo

Fecha

8 de febrero de 2015

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